Homilía: Primer Domingo de Adviento

Empezamos hoy el tiempo de adviento, en el cual nos preparamos para recibir al Hijo de Dios, quien asume nuestra condición humana. Es un tiempo de preparación para las fiestas navideñas, que es la primera venida de Jesús, pero también un tiempo de preparación para la última venida del Señor. Este domingo las lecturas se refieren más a la segunda venida que a la primera.

La primera lectura es del libro del profeta Jeremías (Jr 33, 14- 16) y refleja muy bien la primera venida del Señor, es decir, la navidad. Un oráculo del profeta comunica que se cumplirán las promesas que Dios hizo a la casa de Judá: “llegan días —oráculo del Señor— en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá”.

La segunda lectura, de la carta de San Pablo a los Tesalonicenses (1Tes 3, 12—4,2) refiriéndose a la segunda venida, invita a prepararse para el momento de la vuelta de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos: que el Señor “afiance así vuestros corazones, de modo que se presenten ante Dios, nuestro Padre, santos e irreprochables en la venida de nuestro Señor Jesús con todos sus santos”.

En el evangelio de san Lucas (Lc 21, 25-28.34-36), Jesús hace predicciones sobre los últimos tiempos y da consejos sobre el modo de prepararse para ellos. Aunque la segunda venida no es inminente, sin embargo, debemos estar preparados siempre cada día y especialmente en el momento de nuestra muerte: “Cuiden de ustedes mismos, no sea que la vida depravada, las borracheras o las preocupaciones de este mundo los vuelvan interiormente torpes y ese día caiga sobre ustedes de improviso”.

1- Tiempo de esperanza

Adviento quiere decir advenimiento o llegada, por ejemplo, de alguien que viene, que se aproxima cada vez más y se hace sentir la necesidad de recibirlo adecuadamente. Esperamos siempre la llegada de un tiempo mejor: los campesinos esperan una abundante cosecha, los estudiantes un buen resultado académico al finalizar el año lectivo, los comerciantes esperan una excelente venta de sus productos, el enfermo espera ser curado, y hoy y aquí estamos todos en la misma espera del fin de la pandemia; en otras palabras, el ser humano siempre espera algo que supere lo anterior. Si quisiéramos resumir en una sola palabra el mensaje religioso del adviento, el término adecuado sería esperanza.

La esperanza además de ser una de las virtudes teologales, es un elemento esencial de la existencia humana. Sin ella sería imposible tener ganas de vivir y seguir adelante. ¿Cuál es el motivo que mantiene el ánimo de tantas personas que luchan por su sobrevivencia en medio de condiciones de miseria? ¿Qué es lo que les motiva a tantas mujeres madres solteras a continuar luchando por el sustento diario de sus hijos? Padres y madres se empeñan por ofrecer a sus hijos lo mejor que les permita acceder a un futuro con oportunidades favorables. Esta motivación los sostiene en medio de muchas adversidades y obstáculos que deben afrontar. Cuando desaparece el sentido de sacrificio, cuando se pierde el coraje para seguir luchando con esfuerzo y sacrificio y disminuye la ilusión de seguir adelante, entonces empezamos a entrar en un camino de oscuridad, de desánimo y de muerte.

adviento es un llamado a aprovecharlo como tiempo de reflexión para que Dios ocupe el lugar que le corresponde en la vida de cada ser humano. Así como se respira un aire de preparación externa para la navidad con luces, adornos y villancicos, es necesario prepararse internamente buscando a Dios para que transforme la vida, el corazón y la mente de cada uno.

2- La falsa esperanza

Así como existen muchos ejemplos de motivos que despiertan y fortalecen la esperanza, existen también realidades que desafortunadamente la oscurecen con falsas promesas. Hay gente sin escrúpulos que ofrecen esperanzas sin fundamento. No son pocas las personas, sobre todo mujeres que pecan de ingenuidad permitiendo ser enredadas por promesas de trabajo bien pagado y luego son víctimas de explotación sexual o se arriesgan en negocios ilícitos. Esta realidad aparece cada tanto en las noticias. En muchos casos, este camino, que parecía prometedor, desemboca en un infierno que no tiene salida. Otro ejemplo puede ser las trampas escondidas detrás de las drogas que proliferan entre los adolescentes y la juventud presentándose con promesas de éxito, felicidad, y los placeres de un pansexualismo; sin embargo, todo esto encamina a los que caen en la trampa hacia una esclavitud que lleva al final a un tunel oscuro y ya queda seriamente comprometida la salud física, espiritual y moral. Detrás de todo esto siempre se esconden algunos irresponsables. En este tiempo antes de navidad les invitamos a todos a cambiar de rumbo optando por la vida y la verdadera esperanza que se encuentra en Cristo que viene a rescatarnos.

“La esperanza de los cristianos, al contrario de los ejemplos mencionados, es absolutamente sólida pues nos apoyamos en Jesucristo, el único que puede salvarnos y el único en quien podemos confiar. Por eso el evangelio de hoy nos invita a levantarnos y a alzar la cabeza pues se acerca nuestro rescate”.

La esperanza que nos trae el adviento se fundamenta en la libertad que nos ofrece Jesús y que nos lleva a transformarnos integralmente empezando desde dentro, convirtiéndonos en seres nuevos con un nuevo sentir y actuar. Ahora bien, esta esperanza va más allá de la persona que la vive, es una libertad que no se limita a uno mismo; Jesús nos permite ser colaboradores en la transformación del mundo; gracias a nuestra inteligencia y al trabajo de nuestras manos podremos cambiar las estructuras e instituciones deshumanizantes de la sociedad.

Al considerar el adviento como tiempo de preparación, ajustamos nuestra vida en pos de celebrar con dignidad el nacimiento de Jesús en el portal de Belén y al mismo tiempo disponemos nuestra vida para la venida definitiva que será o en la muerte de cada uno o en el juicio final. Recordemos lo que dice el evangelio de hoy: “Cuiden de ustedes mismos, no sea que la vida depravada, las borracheras o las preocupaciones de este mundo los vuelvan interiormente torpes y ese día caiga sobre ustedes de improviso. Por eso estén vigilando y orando en todo momento, para que se les conceda escapar de todo lo que debe suceder y estar de pie ante el Hijo del Hombre”.

Conclusión

San Agustín de Hipona decía: “El hombre nuevo nace del viejo, porque la regeneración espiritual se inicia con el cambio de la vida terrestre y mundana”.

Que este adviento nos lleve por el camino de la esperanza en un mundo mejor donde reine Dios a través de su Hijo Jesús en todas las personas y las instituciones tanto políticas, educativas, o eclesiales, de tal manera que nos preparemos no solo para el 25 de diciembre sino además para la hora de la verdad donde nos encontraremos frente a frente con el Dios de la vida. Hagamos nuestro camino de adviento responsablemente, cada uno aprovechando todo lo que nos ofrece la Iglesia para fortalecer nuestra fe.