Homilía: Domingo III de Pascua Ciclo A

“En tempos de crisis, Jesús nos acompaña”

Pbro. Lic. Angel Ramón Collar Noguera
Vicario Pastoral

Introducción:
Este pasaje del evangelio de san Lucas sobre los discípulos de Emaús, nos ofrece una catequesis sobre el camino que hay que recorrer para descubrir a Dios en medio de los acontecimientos cotidianos.

La experiencia de estos dos amigos, sumidos en una profunda tristeza, podría ser la experiencia de muchos de nosotros en este tiempo de cuarentena debido a la crisis provocada por el covid-19, nada menos en tiempo de pascua.

La amenaza del coronavirus, van agudizándose cada vez más; tenemos un escenario donde aumenta el miedo y la tensión, las necesidades como el hambre el aislamiento. Vivimos en tiempo de pascua, tiempo de resurrección de Jesús, pero al igual que estos dos discípulos de Emaús, estamos medio atrapado en la tristeza de la inseguridad, debido a nuestra vulnerabilidad ante la amenaza del coronavirus. Este texto de alguna manera describe nuestra realidad actual. Estamos atravesando un túnel donde aun no vemos una salida que todos anhelamos; al igual que los discípulos de Emaús estamos en crisis.

I- Contemplemos el Evangelio sobre todo el estado de ánimo de los dos discípulos:

1- Están tristes porque todas sus ilusiones se han derrumbado. Los discípulos expresan sus sentimientos mediante un verbo muy sugestivo: “nosotros esperábamos”, esto significa que están frustrado, decepcionados, porque esperaron una cosa y sucedió otra. Cuantas familias, trabajadores, estudiantes, padres de familia, empresarios, políticos, docentes, catequistas, pastores, hemos soñado para esta altura del año, sin embargo, nada hemos podido realizar, es más, entramos en un clima de crisis sin precedente en lo cultural, económico, político, emocional psicológico y en cuanto a la fe debido a las limitaciones para las celebraciones públicas.

Experimentamos la tristeza y la decepción, nos sentimos apretados. Ellos, los apóstoles, habían puesto todas sus esperanzas en Jesús de Nazareth, profeta poderoso en obras y en palabras, y esperaban que Jesús fuese el libertador de Israel. Sin embargo, todos sus sueños se derrumbaron el Viernes Santo.

2- La frustración no es una experiencia exclusiva de los discípulos de Emaús. Muchos hemos sentido que los cimientos mismos de nuestra existencia se han sacudido por la realidad que estamos atravesando en este momento: enfermedad y muerte de un ser querido, el asecho del riesgo de contagio, el hambre y la dificultad para trabajar y movilizarse libremente, la incertidumbre de lo que puede ser mañana. Cada uno de nosotros conocemos muy bien la propia película interior y todos “estamos en una misma barca” donde navegamos rumbo a un puerto que pueda mostrarnos una luz de esperanza.

3- Con frecuencia estas crisis existenciales van acompañadas de crisis de fe. Aquí nos encontramos de todos los colores y gustos: se percibe como los creyentes buscan afanosamente las celebraciones eucarísticas comunitarias y es más quieren exigir a los obispos a que abran las puertas del templo, es importante recordar que la gracias de Dios tiene varios caminos varios medios; podemos estar en comunión espiritual con Jesús a través del pan de la palabra; Rafael Luciani Sacerdote Jesuita en un reciente artículo, nos recuerda lo siguiente: Santo Tomás de Aquino sostuvo en su Suma Teológica que «la cosa significada por un sacramento se puede obtener antes de recibir este sacramento con solo desearle». Hay personas que creen que la única forma de entrar en comunión con Jesús es el pan Eucarístico. En este momento donde debemos cuidar la salud propia y ajena, necesitamos observar las medidas sanitarias, apoyarnos mutuamente y aguardar con esperanza que esto pase para retomar la vida con normalidad, aunque después de esto ya nada será igual que antes. Es hora de alimentarnos con el pan de la Palabra, esto hay que recibir como una gracia de Dios, porque antes nunca tuvimos oportunidad para priorizar la palabra de Dios escrita. Em este clima del año de la Palabra, estamos más que invitados para escuchar a Jesús que nos explica las escrituras. Muchos se alejan de Dios porque lo consideran injusto todo esto, hasta atribuyen a un castigo de Dios o en el peor de los casos obra del demonio o un fin apocalíptico. Nada de esto se ajusta a la verdad revelada.

II- En el Evangelio de hoy, los dos discípulos dan la espalda a Jerusalén expresando así que quieren dejar atrás este capítulo de sus vidas. En el mundo de hoy, millones de hermanos nuestros le dan la espalda a la Iglesia y en ocasiones también le dan espalda a Dios como consecuencia de las crisis que afecta.

Al dejar atrás su pasado, ¿hacia dónde se dirigen los discípulos? Hacia donde queremos dirigirnos nosotros. Ellos, los discípulos, Regresan a Emaús, es decir, regresan a la rutina cotidiana para allí distraerse en las ocupaciones diarias y dejar de pensar. En el mundo de hoy, ¿a dónde se dirigen los que dan la espalda a la Iglesia? Unos tocan a las puertas de los grupos evangélicos; otros buscan respuestas en las místicas orientales que están de moda; otros deciden vivir su relación con Dios de una forma absolutamente privada rechazando toda mediación comunitaria y eclesial; otros caen en el agnosticismo y puedan llegar a un ateísmo práctico. El papa nos advierte que es un peligro una espiritualidad gnóstica en este ambiente del coronavirus, es decir, confiar más en el hombre mismo antes que en Dios mismo.

1- En medio de la crisis, los discípulos de Emaús se encuentran con un caminante. Es Jesús, pero ellos no lo reconocen. El dolor y la frustración les impiden identificar la voz del Maestro.
Jesús sale a nuestro encuentro, quiere ser nuestro compañero de camino. Ahora bien, hay que entender que Dios se manifiesta de mil maneras; si fuéramos menos distraídos seríamos capaces de reconocer los infinitos pequeños milagros que se dan en la vida de todos los días y que nos están recordando que Dios nos ama. Jesús resucitado está con nosotros, y quiere iluminar nuestra mente y nuestro corazón, Él quiere fortalecer nuestra débil fe.

A través de un diálogo conducido con mucho tacto, Jesús va orientando a los discípulos de manera que descubran el sentido de todo lo que ha pasado. Poco a poco empiezan a descubrir la luz en medio de la noche de desesperanza en que se encuentran, a través del diálogo van recuperando la confianza y se van sanando las heridas.
Acudamos y aprovechemos todas las ayudas que nos permitan salir de esta crisis. En estas situaciones la oración ayuda, la participación y acompañamiento de las misas online ayudan; de manera especial la cercanía a la Palabra de Dios, escuchar a Jesús que nos habla en los acontecimientos, en la Biblia leída y orada en familia, son medios a través de los cuales obra la Providencia de Dios. Cristo resucitado está con nosotros caminando.

2- La experiencia espiritual de los discípulos de Emaús llega al clímax cuando reconocen a Jesús por la forma como bendijo el pan. Ni si quiera se quedó a compartir con ellos, al bendecir el pan desapareció. Este hermoso relato nos enseña que el lugar por excelencia para el encuentro con Jesús es la Eucaristía celebrada en comunidad. Pero en este momento vamos de camino, estamos de cuarentena, atravesamos esta crisis ante la pandemia, por lo tanto, preparémonos con mayor fuerza para cuando llegue el momento de recibir nuevamente a Cristo Eucaristía podamos hacerla cono un discípulo convencido y lleno de confianza en Cristo.

No perdamos la paz, la esperanza, el sosiego. Dios lo resucitó, librándolo de los dolores de la muerte, nos recuerda la primera lectura, y el salmo reza así: Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti. Yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios». El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte está en tu mano. “De manera que vuestra fe y vuestra esperanza estén puestas en Dios” nos dice la segunda lectura.

Conclusión:
El evangelio nos describe a cada uno de nosotros en nuestra situación de crisis. La situación en el que vivimos hoy nos golpea la vida nos ha dejado sangrando el corazón y quizás nos hemos sentido lejos del sosiego la serenidad y la paz, hasta del mismo Dios, y lo peor incomunicados, es decir, no hay libertad para transitar por las carreteras ni visitar al familiar y amigos, sin embargo, Dios está con nosotros, aunque a veces no lo percibamos, como los dos discípulos de Emaús. Que Cristo resucitado nos ayude a comprender y aceptar capítulos particularmente dolorosos de nuestras vidas. Que cada oración y contemplación de la palabra de Dios sea una experiencia de encuentro con el Señor de la Vida que nos trae la paz siguiendo las huellas de los discípulos de Emaús.

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