Obispos emiten mensaje al clero nacional

Este miércoles 8 de abril los obispos del Paraguay emitieron un mensaje al clero nacional en ocasión del Jueves Santo.

“Doy gracias sin cesar por Ustedes” (Ef 1,16)
Con gran alegría nos dirigimos a ustedes hermanos sacerdotes en este día tan solemne donde el Señor instituyó conjuntamente el Sacramento del Sacerdocio y el de la Santísima Eucaristía, de manera más significativa en este tiempo de profunda crisis mundial, donde más que nunca nos centramos en profunda adoración ante el Misterio de Cristo presente en la Eucaristía de donde renace la esperanza.

En esta hora crucial, donde cada sacerdote debe ingeniarse con una creatividad y caridad pastoral para hacer llegar a sus fieles una palabra de fe y esperanza en el Señor ante la imposibilidad de una Celebración eucarística comunitaria, porque como dice San Gregorio Magno: “Arte de las artes es la guía de las almas”. Conscientes de esta realidad actual del COVID-19, nos une en una profunda adhesión al amor de Cristo y de la Iglesia, ofreciendo nuestra propia vida como un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios por nuestro pueblo (Cfr. Rom 12,1).

Más que nunca esta Pascua debe ayudarnos a profundizar en el misterio de Cristo “que no vino a ser servido, sino a servir y dar su vida como rescate por muchos” (Mt 20, 28). Nuestro Pueblo espera mucho de ustedes, de su vida y entrega generosa y “les alentamos a dar testimonio de vida feliz, alegría, entusiasmo y santidad en el servicio del Señor” (DA 315).

Les invitamos a que todos ustedes renueven su consagración y elección amorosa al Señor, aunque no sea posible una participación plena en la Celebración de la Misa Crismal, como cuerpo presbiteral ante el Obispo, como elemento esencial de nuestra espiritualidad cristiana (Cfr. PDV 31). Que este día sea un renovado deseo de profundizar nuestra identidad como decía el Papa Francisco: “Solo el que tiene fija la mirada sobre aquello que es verdaderamente esencial puede renovar su propio sí al don recibido” (Papa Francisco 8/11/2014). Sacerdocio y Eucaristía están íntimamente unidos, pues, Jesús se hace vida y presencia para fortalecer nuestra debilidad y acompañarnos en nuestra soledad.

Este año dedicado a la Palabra de Dios, el Señor haga arder nuestros corazones del amor de Cristo, para anunciarle con valentía y coherencia, somos anunciadores del Evangelio “ungidos por Dios y enviados para anunciar a todos el Evangelio del Reino, llamando a cada hombre a una vida cada vez más acorde a los valores humanos y evangélicos” (Cfr. VD 80).

Les invitamos a anunciar a Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, ya que “Conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestra palabra y obras es nuestro gozo” (DA 29).

Hermanos, gracias por su fidelidad y servicio silencioso, por la fraternidad sacramental en el propio Presbiterio que nos une como cuerpo presbiteral, “que se sientan animados” siempre (Col 2,2).

Contemplemos con gratitud a María, Madre de los Sacerdotes, ya que “por la propia identificación y conformación sacramental a Jesús, Hijo de Dios e Hijo de María, todo sacerdote puede y debe sentirse verdaderamente hijo predilecto” (Benedicto XVI, 12/08/2009).

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