“Amar a Dios y al prójimo”
En una de las noticias de aquel 25 de octubre de 2020, apareció en Asunción un hecho llamativo y cuestionador: el hallazgo de varios cadáveres en un contenedor procedentes del extranjero muy lejano, este hecho no puede dejar de inquietarnos. Seguramente nos hace pensar que estos hermanos buscaron salir de su país metiéndose en un contenedor buscando nuevos horizontes, lastimosamente esa enorme caja –contenedor- fue lo último que pudieron ver en vida, se les acabó la existencia convirtiendo ese depósito en un lugar de tormentos y finalmente de muerte. La pregunta es: ¿Cuántas más estarán en la misma situación? ¿Por qué no pudieron hacer un viaje normal? ¿Es necesario arriesgarse hasta ese punto? ¿No será que fueron forzados o tal vez engañados en su buena fe? Y muchas otras tantas preguntas. La versión de parte de los difuntos ya nadie podrá escuchar nunca más, queda en manos de las autoridades dilucidar que habrá pasado. Esto es uno de otros tantos ejemplos de violencia ante el derecho de vivir y convivir con amor.
El domingo pasado hemos visto cómo le persiguen a Jesús estos escribas y fariseos, quisieron tenderle una trampa a propósito del pago de los impuestos. Jesús superó esta situación elegantemente respondiendo: “Den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”. Hoy domingo día del Señor, un doctor de la ley le pregunta: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?” La pregunta parece sencilla, pero está envenenada con dardos mortales que puede derrumbar a Jesús. Hoy en cambio siguiendo la maliciosa temática de estos enemigos de Jesús, el mensaje se centra en el mandamiento del amor como máxima de la fe y de las obras.
La primera lectura del libro del Éxodo (Éx 22, 20-26) en clave del amor al prójimo, nos presenta las exigencias de la justicia que debe regular las relaciones sociales “No maltratarás ni oprimirás… No explotarás a viudas ni a huérfanos…no prestará dinero con usuras… si presta algo debes devolver…”
La segunda lectura san Pablo en su carta a los cristianos de tesalónica (Tes 1, 5c-10). Testimonia el amor a Dios y al prójimo “… cómo se convirtieron a Dios, abandonando los ídolos, para servir al Dios vivo y verdadero, y vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús desde el cielo, a quien ha resucitado de entre los muertos y que nos libra de la ira venidera.
El evangelio es un cuestionamiento malsano que un maestro de la ley le dirige a Jesús con intención de ridiculizarle con su respuesta. “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?”. Los judíos establecieron unos 613 prescripciones donde más de la mitad son prohibiciones; ante las múltiples normas ya era difícil discernir cual era la más importante. Un maestro hace la pregunta a lo que Jesús aprovecha para su enseñanza.
1- Amar a Dios sobre todas las cosas
Jesús para dar respuesta al cuestionamiento del maestro de la ley sobre el mandamiento más importante menciona un texto tomado del libro del Deuteronomio (Dt 6,5), donde se establece que el primer mandamiento es el amor a Dios: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas”
El Antiguo Testamento enseña los diez mandamientos como principio regulador en la relación de Israel con Dios y esto es lo más importante y principal. Es necesario recuperar éste aspecto de nuestra relación con Dios. Tantas situaciones lamentables que suceden en el mundo se deben a la miopía y amnesia espiritual que traen consecuencias dramáticas y muy lamentables en la vida, en la familia y en la sociedad.
Necesitamos recuperar con fuerza este mandamiento para fortalecer la fe la esperanza en pos de la construcción de un mundo más fraterno, más humano donde hay lugar, espacio y oportunidad para que todos vivan dignamente. La cláusula del amor a Dios como ley divina, está grabada en el corazón del hombre, todos los seres humanos necesitamos este amor.
2- Amar al prójimo
Jesús prosiguiendo con su respuesta al maestro de ley dice: El segundo es semejante al primero; de esta manera menciona otro pasaje del Antiguo Testamente, es decir, el Levítico (Lv 19,18) donde se establece que el segundo mandamiento consiste en “amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
Por lo tanto el más importante mandamiento es uno solo con dos aspectos como las dos caras de una misma moneda: amar a Dios y al Prójimo. Teniendo en cuenta la primera lectura y en un contexto práctico podemos considerar que Dios asume la defensa de aquellos prójimos que no son importantes: en primer lugar, los extranjeros, en segundo lugar, las viudas y los huérfanos, en tercer lugar, los que padecen pobreza extrema, los indigentes que viven en las calles, cubiertos solamente por unos cartones y una cobija vieja que han rescatado de la basura. El mandamiento de amar al prójimo es un llamado a asistir a los pequeños, vulnerables, pobres e indefensos de nuestra sociedad.
Conclusión
Al reflexionar la palabra de Dios donde claramente vemos la inevitable necesidad del mandamiento de amar a Dios y al prójimo, busquemos vivir con entusiasmo y generosidad nuestra identidad cristiana. Al finalizar la reflexión recordemos el pensamiento de San Agustín sobre el amor: “Oye, pues, de una vez un breve precepto: ama y haz lo que quieras; si callas, clamas, corriges, perdonas; calla, dama, corrige, perdona movido por la caridad. Dentro está la raíz de la caridad; no puede brotar de ella mal alguno”. Ojalá que nunca más nadie muera de una manera dramática ignorado por todos como aquellos que perecieron en el contenedor y fueron encontrados en el Barrio Santa María de Asunción. Que Dios nos conceda esa gracia de amarle en él prójimo en éste amar a Dios.
Pbro. Ángel Collar
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