Recordemos que en los dos domingos anteriores las lecturas fueron como la puerta de entrada al tiempo cuaresmal. El primer domingo hemos contemplado las tentaciones de Jesús en el desierto, en el segundo domingo la transfiguración. Son dos temas relacionados uno con el otro. Las tentaciones están en función de la glorificación de Jesús como Hijo de Dios que vence al mal, y la transfiguración es el resultado de esa lucha victoriosa del bien sobre el mal. Jesús al superar las tentaciones muestra su gloria transfigurándose en presencia de Moisés y Elías ante la mirada de Pedro, Santiago y Juan.

Hoy al proseguir nuestro itinerario cuaresmal, la Liturgia de la Palabra nos invita centrarnos sobre la misericordia de Dios y la conversión.

La primera lectura que es del libro del Éxodo (Ex. 3, 1-8.13-15) manifiesta la misericordia de Dios, que tiene piedad de su pueblo oprimido en Egipto: “…conozco muy bien su sufrimiento. Por eso he bajado a liberarlo del poder de Egipto…”

La segunda lectura (1Cor 10, 1-6.10-12) nos recuerda algunos episodios del Éxodo que nos sirven como advertencias “Hermanos, no deben ignorar que todos nuestros padres fueron guiados por la nube y todos atravesaron el mar…”

En el evangelio (Lc 13, 1-9) Jesús insiste en la necesidad de la conversión. La misericordia de Dios no nos puede alcanzar si nosotros nos cerramos a ella, si no nos convertimos.

1- La bondad y la misericordia de Dios

El hecho fundamental revelado en la historia de la salvación es la bondad y la misericordia de Dios. De esta manera la conversión se convierte en fundamento de una esperanza firme.

Dios con su infinita bondad acompaña la historia humana con paciencia y amor como un cercano pedagogo que enseña a sus alumnos respetando las etapas de su desarrollo. Es más que necesario tener conciencia de este amor misericordioso que Dios tiene con la humanidad. Muchos no tienen conciencia de esta dimensión de la salvación que se ha hecho ver en la historia. En la propia vida personal, familiar o comunitaria, muchas veces no somos conscientes de los beneficios recibidos, y nos parece lo más natural ser lo que somos y tener lo que tenemos. La persona que no es capaz de reconocer los dones recibidos no agradece; y tampoco manifiesta sentido de la responsabilidad sobre el uso que debe hacer de ese capital de cualidades y oportunidades que se le ha confiado. A este propósito, las dos primeras lecturas de la liturgia de este domingo se refieren a los dones que hemos recibido de Dios.

“En el libro del Éxodo, Dios se manifiesta a Moisés y le dice que ha escuchado las oraciones y súplicas del pueblo, y que ha decidido liberarlo de la esclavitud.  Esta experiencia de liberación será la columna vertebral de la vida religiosa y social del pueblo de Israel”.

En la segunda lectura que es de la primera Carta a los Corintios, Pablo recuerda a la comunidad cristiana la experiencia de liberación que vivieron los antepasados; con esto nos motiva no apartarnos del camino del Señor y mantenernos firmes en el sendero de la vida y de la luz.

Empecemos por reconocer que todo lo que somos y tenemos es don de Dios. Muchas veces el éxito social y los buenos resultados económicos nos enceguecen y creemos que nos merecemos la buena fortuna. Sin embargo, las aparentes seguridades materiales se derrumban fácilmente con un accidente de tráfico o con el diagnóstico de una enfermedad grave o con un negocio que termina mal. ¡Nada nos pertenece! ¡Todo lo tenemos prestado! ¡De todo hemos de rendir cuentas!

A la luz de estas dos primeras lecturas, este tiempo de cuaresma nos motiva para caminar hacia la infinita misericordia de Dios que nos ofrece en su Hijo Jesús muerto y resucitado.

2- La necesidad de la conversión

Cada año la Iglesia nos ofrece este tiempo propicio de la cuaresma como oportunidad para la conversión, es decir, conviene aprovechar el tiempo cuaresmal para transformarnos, cambiar nuestra manera de pensar, de actuar y de ser. En la parábola de la higuera, Jesús nos hace ver que hay un tiempo disponible para mejorar la vida. Habla de años de tiempo: “llevo tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y no los encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la tierra?” Da la impresión que el dueño perdió la paciencia y ha decidido eliminar la higuera inútil; sin embargo, al final pesa más la misericordia que concede un tiempo más para la conversión. Hay que tener en cuenta que el tiempo de conversión no es ilimitado, por tanto, es necesario aprovechar lo que está a nuestro alcance mientras se pueda. 

Esta parábola ilustra también qué es el sentido de la vida. Dar frutos equivale a estar al servicio a los hermanos, es en eso que debemos sentirnos realizados como seres humanos; por el contario, una vida estéril es la de los egoístas que se dejan arrastrar sólo por su provecho individual. Nuestro mejor evaluador de si hemos producido o no los frutos es la conciencia, testigo insobornable, que se encarga de formular el juicio, el cual muchas veces queremos silenciar llenándonos de mil actividades que no nos dan tiempo para pensar.

El dueño de la higuera sabe que ésta lleva tres años sin dar frutos; a pesar de querer cortarla, cede a la petición de misericordia que le hace uno de sus empleados, y le da una última oportunidad: “Señor, déjala todavía este año, voy a aflojar la tierra alrededor y a echarle abono, para ver si da fruto”. A lo mejor estamos en el último año de oportunidad, procuremos aprovechar este tiempo. La cuaresma es como el tiempo que fue prolongado por el dueño de la higuera esperando que este año ella dé los frutos oportunos.

Conclusión

San Agustín de Hipona en una de sus frases célebres dice: “El hombre nuevo nace del viejo, porque la regeneración espiritual se inicia con el cambio de la vida terrestre y mundana”. Que este tiempo de Cuaresma sea una oportunidad para encontrarnos con nosotros mismos, y hacer una evaluación de nuestros avances y retrocesos. Siguiendo la imagen de la parábola, aflojemos la tierra y abonemos nuestra vida interior buscando regenerar nuestra vida como hijos e hijas de Dios y portar muchos frutos.

Ciudad del Este, 20 de marzo de 2022