Homilía: Cuarto Domingo de Pascua. Ciclo B

(Domingo de buen pastor)

“Olor a oveja”

Este domingo, el cuarto del tiempo pascual, litúrgicamente llamado domingo del buen pastor o el día del obispo; tiene la peculiaridad de poner a nuestra disposición el evangelio donde Jesús establece unos criterios sencillos y al mismo tiempo profundos sobre las características del verdadero buen pastor y aquellos quienes son falsos pastores.

Cuando leemos este texto, descubrimos que el Señor está comunicando por un lado un doble mensaje: En primer lugar, nos está explicando el tipo de relación que establece con nosotros; y en segundo lugar, está dando unas orientaciones muy precisas a los líderes espirituales de las comunidades, sacerdotes y obispos, sobre las responsabilidades que deben asumir con sus feligreses y el modelo de relación que va mucho más allá de lo puramente funcional y administrativo. Por otro lado plantea el riesgo que conllevaría la actuación de falsos pastores que arriesgan la vida de las ovejas desentendiendo de sus compromisos.

En la primera lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hech 4,8-12), después de la curación de un lisiado, Pedro enfrenta a los jefes del pueblo y a los ancianos quienes ven con malos ojos el milagro de la curación. Aprovecha la ocasión para testimoniar a Cristo resucitado.

La segunda lectura de la primera carta de Juan (1Jn 3,1-2), destaca el amor del Padre que nos llama hijos suyos y en verdad lo somos y veremos a Dios tal cual es.

En el evangelio de san Juan (Jn 10,11-18), Jesús se presenta como el verdadero buen pastor: “yo soy el Buen Pastor”. Conecta esta imagen con su misterio pascual. Cuando dice que “el Buen Pastor da la vida por las ovejas”, está anunciando que entregará la vida por las ovejas.

1- La cercanía del Buen Pastor

Entre el pastor y las ovejas existe una relación profunda y muy fuerte, dice Jesús. “Yo soy el Buen Pastor…conozco las mías y ellas me conocen”. Esta profunda relación entre el pastor y la oveja es la garantía de una protección imbatible. El buen pastor ofrece la vida por sus ovejas a causa de esta relación llena de amor y afecto, y no actúa como un mercenario motivado por lo comercial. El verdadero y buen pastor tiene su motivación única y exclusivamente en el amor desinteresado que busca el bienestar integral de las ovejas protegiendo a las que están dentro del redil, buscando a la perdida, curando a la herida por el pecado, fortaleciendo a la débil con la gracia de los sacramentos, caminando junto a las ovejas para que no se desatine ninguna.

El sacerdote-pastor en su oficio de enseñar, gobernar y santificar, está también para gastar y desgastarse con alegría por las ovejas para que ninguna se pierda, buscar a la perdida y conquistar a la que aún está fuera del redil.

2- La necesidad de tener un buen pastor

El buen pastor ofrece la vida por las ovejas; el evangelio de hoy describe al falso pastor resumiendo en una sola palabra: “el mercenario”. El buen pastor no hace como el mercenario a quien no le pertenecen las ovejas; solo ve en ellas el provecho que puede sacarles, y tan es así que cuando hay peligro y ve venir el lobo, no defiende a las ovejas, sino que huye y las abandona facilitando que el lobo las arrebate y disperse. Hoy en día los falsos pastores tienen muchos medios para arrebatar a las ovejas con distintas metodologías. Lo que más resalta son los medios de comunicación social a través de los cuales se emiten enseñanzas y pensamientos, en audios y videos, para confundir y arrebatar a las ovejas.

Esto requiere un atento cuidado de parte de los pastores verdaderos alertando, formando, asistiendo y adiestrando a las ovejas iluminando la mente y el corazón con la verdad revelada expresada en la sana doctrina del magisterio eclesial.

Las enseñanzas del Papa Francisco se han inspirado en estas palabras del Maestro: “el que no es el pastor… cuando ve venir al lobo las abandona y huye… como es asalariado no se preocupa por las ovejas”. El Papa ha dado recomendaciones enérgicas a los pastores de la Iglesia, que no deben comportarse como burócratas, sino que deben compartir la vida de sus comunidades. Para ello ha utilizado una expresión que todavía resuena en los oídos de muchos: los pastores deben oler a oveja. El estilo pastoral del Papa Francisco a lo largo de su vida le da la autoridad moral para decir esto.

La comunidad necesita pastores cercanos, que compartan sus alegrías y tristezas y que anuncien el gozo del Evangelio en conexión con la vida real.

Conclusión

Que este día del Buen Pastor, Dios asista a sus sacerdotes con su gracia santificante, para que sigan difundiendo la buena nueva del resucitado. Que cada consagrado haga realidad la expresión del Papa Francisco “tener olor a oveja” enseñando, gobernado y santificando a las ovejas como verdadero pastor que da la vida por las ovejas.

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