“Que esta semana sea una semana de transformación”, Mons. Steckling en Domingo de Ramos

“Celebremos la Semana Santa como semana de transformación. El ser divino, Dios-Hijo, se transforma en siervo humano y sufriente, el pan se cambia en el cuerpo de Cristo, el deseo de venganza se muda en perdón, la cobardía de Pedro se disuelve en lágrimas. Y en mí, ¿qué va a cambiar el encuentro con la cruz de Cristo?, ¿Cómo participaré en esta Semana Santa de manera que algo sea diferente después? ¿Habrá muerte de algo malo y resurrección de la imagen de Dios en mí, en mi familia, entre mis amigos y colegas, en la sociedad?”, con estas palabras del Obispo diocesano, Mons. Guillermo Steckling, se dio la celebración del Domingo de Ramos en la Catedral de la Diócesis de Ciudad del Este.
Gran cantidad de fieles acudió a este inicio de la Semana Santa o conocida también como la Semana Mayor, a las 06:30 hs inició la bendición de las palmas y la procesión, luego, el Obispo presidió la Misa a las 07:00 hs de la mañana.

A continuación compartimos la Homilía completa del Obispo.

Queridos hermanos y hermanas,
Estamos entrando en la Semana santa. También se la llama semana mayor. Algún país más secularizado la denomina “semana de turismo”. ¿Cuál es el sentido real y profundo de estos días? Se me ocurre ponerle otro nombre: la semana de transformación.
¡Queremos vivir una semana de transformación! En estos días recordaremos un fin – el fin de la vida de Jesús en esta tierra – pero también anunciaremos un comienzo. No estamos en un callejón sin salida sino frente a la puerta estrecha que abre a la vida plena y eterna.
Todo esto lo podemos ver reflejado en el rostro de la Virgen María. Sentimos con ella su ansiedad, su sufrimiento y el luto que luego se transformarán en alegría pascual.
¿Necesitamos transformación? O mejor: ¿hay alguien o algo que no necesite transformación? ¿Que no necesite reforma, mudanza, renovación o hasta un cambio total? “Cambia, todo cambia” dice el canto.

Después de vivir con intensidad esta semana tendríamos que ser diferentes. La pascua de Jesús debería marcar un antes y un después.
Hemos escuchado el evangelio de la entrada triunfante de Jesús, aclamado como mesías, y el largo relato de la pasión del Señor tal como la describe San Lucas. Tal vez alguna frase nos quedó en el oído, una frase que señala transformaciones sorprendentes.
Había un burro atado. De repente se dice: El Señor lo necesita, y el animal se convierte en el burro más famoso de la historia.
Dios mismo pasa por un cambio inaudito: El que era de condición divina… se hizo semejante a los hombres. Así, hecho uno de ellos, se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz.

Luego, la transubstanciación de la Eucaristía: Jesús, tomando después un pan, pronunció la acción de gracias, lo partió y se lo dio, diciendo: “Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes.
Pedro llora su pecado: cuando cantó un gallo… El Señor, volviéndose, miró a Pedro… Y [Pedro] saliendo afuera, lloró amargamente.
Y la violencia se convierte en perdón: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. – Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso.
Y todo esto, sin anticipar la gran noticia que nos espera la madrugada del domingo de pascua.
Celebremos la Semana Santa como semana de transformación. El ser divino, Dios-Hijo, se transforma en siervo humano y sufriente, el pan se cambia en el cuerpo de Cristo, el deseo de venganza se muda en perdón, la cobardía de Pedro se disuelve en lágrimas.

Y en mí, ¿qué va a cambiar el encuentro con la cruz de Cristo?, ¿Cómo participaré en esta Semana Santa de manera que algo sea diferente después?
¿Habrá muerte de algo malo y resurrección de la imagen de Dios en mí, en mi familia, entre mis amigos y colegas, en la sociedad?. Amén.

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