Domingo de Ramos: La generosidad que salva

HOMILÍA

DOMINGO DE RAMOS CILCO C

Hoy empieza la Semana Santa, y seguramente muchas personas aprovecharán estos días para cambiar sus rutinas y tomar unos días de descanso. Es importante hacer un alto en el camino, compartir más estrechamente con la familia, revisar nuestro esquema de vida y orar. Cada día es un regalo de Dios. ¿Cómo estamos haciendo uso de este regalo que es la vida y el tiempo? Hemos venido a este mundo con una misión: ¿Cómo la estamos cumpliendo? Tenemos muchos temas para reflexionar. Aprovechemos estos días santos de capital importancia para todos los católicos.

La Iglesia nos invita a contemplar la pasión del Señor con actitud de recogimiento, mucho amor y gratitud.

Recogimiento para venerar con humildad el gran gesto de amor que realiza Jesús favor de toda la humanidad, entregándose por nuestra salvación.

Actitud de amor para reconocer todo lo que Jesús ha experimentado por salvarnos con su sangre derramada en la cruz.

Y sobre todo una actitud de agradecimiento y admiración por la generosidad de Jesús, Él es modelo del justo perseguido, aquel que con toda docilidad acepta la voluntad del Padre. Dios nos ofrece con mucha generosidad a su propio Hijo Jesús.

La primera lectura del libro del profeta Isaías (Is 50, 4-7). Nos presenta al Siervo de los que ofrece su espalda a los que lo golpeaban, las mejillas a los que mesaban la barba, no se tapa el rostro ante los ultrajes ni salivazos, no opone resistencia. Sin embargo, no queda “defraudado”.

La segunda lectura de la carta de san Pablo a lo Filipenses (Flp 2, 6-11), pone de relieve la exaltación de Jesús. “se rebajó hasta someterse incluso a la muerte y una muerte de Cruz. Por eso Dios l levantó sobre todo y le concedió el Nombre sobre todo nombre”.

El Evangelio de san Lucas (Lc 22, 14-23,56) nos ayuda a revivir la pasión de Jesús con actitud de veneración al Señor.

1- La generosidad de Jesús

La sencillez y la humildad está en la base de toda generosidad, Jesús un hombre humilde y sencillo que se pasó haciendo el bien, nos advierte aprender de él a ser humilde: “aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón”. El desarrollo del relato de la pasión del Señor es una escena donde se realiza la plenitud de la generosidad.

En el evangelio de hoy, la generosidad de Jesús se manifiesta en el momento de su arresto: momento en que Pedro le corta la oreja al ayudante del sumo sacerdote, Jesús interviene y, tocándole la oreja le cura. Jesús está lleno de misericordia. Cuando le crucifican dice “Padre perdónales porque no saben lo que hacen”. Al buen ladrón le promete el paraíso “te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”. Esto demuestra la magnanimidad de Jesús de Jesús, su generosidad, pero también la certeza de su victoria. Él sabe que saldrá vencedor: el amor generoso que le viene del corazón del Padre le hace salir victorioso y vencedor en todas las circunstancias.

El acto de mayor envergadura que revela la generosidad está en la Última Cena. En ella revela Jesús todo su amor, su pasión, su deseo ardiente: “he deseado enormemente comer esta comida con ustedes antes de padecer”.

La pasión del Señor que se inicia con la cena pascual, donde expresa su entrega, su amor y su deseo de salvar a la humanidad. El inocente, manso y humilde de corazón se entregó por los pecadores.

2- Contemplar desde la fe

Todo el andamiaje del proceso realizado contra Jesús donde las autoridades buscan a toda costa condenarle a muerte, Él cambia el sentido de este acontecimiento asesino, dramático que manifiesta toda la maldad humana, se transforma en un hecho constructivo, salvador y gratificante. Esto se debe al inmenso amor del corazón de Jesús, que asume todas las circunstancias trágicas e injustas convirtiéndolas en ocasión de entrega de sí mismo y de la creación de la nueva alianza.

Al contemplar desde la fe este acontecimiento dramático, doloroso y criminal contra Jesús, no debemos tener solo presente una perspectiva negativa, de tristeza y de derrota. Es necesario tener una profunda alegría en nuestro estado anímico. La pasión es verdaderamente la mayor manifestación de amor de Dios, la mayor revelación de Dios que es puro amor. La circunstancia de la pasión de Jesús es dramática, trágica, pero todas ellas son superadas por el infinito amor.

San Gregorio Nacianceno nos recuerda que Jesús se inmoló personalmente por nuestra salud integral y al mismo tiempo nos invita a que nos inmolemos también con el mismo Señor: “Si eres Simón Cireneo, coge tu cruz y sigue a Cristo. Si estás crucificado con él como un ladrón, como el buen ladrón confía en tu Dios. Si por ti y por tus pecados Cristo fue tratado como un malhechor, lo fue para que tú llegaras a ser justo. Adora al que por ti fue crucificado, e, incluso si tú estás crucificado por tu culpa, saca provecho de tu mismo pecado y compra con la muerte tu salvación. Entra en el paraíso con Jesús y descubre de qué bienes te habías privado. Contempla la hermosura de aquel lugar y deja que fuera muera el murmurador con sus blasfemias. Si eres José de Arimatea, reclama su cuerpo a quien lo crucificó y haz tuya la expiación del mundo. Si eres Nicodemo, el que de noche adoraba a Dios, ven a enterrar el cuerpo y úngelo con ungüentos. Si eres una de las dos Marías, o Salomé, o Juana, llora desde el amanecer; procura ser el primero en ver la piedra quitada y verás quizá a los ángeles o incluso al mismo Jesús. (Sermón 45, 3-24)

Conclusión

En la apertura de la semana santa la pasión del Señor nos ofrece una esperanza firme. Sabemos que Jesús venció al mal y a la muerte, lo venció por nosotros a fin de comunicarnos su victoria. Gracias a la pasión de Jesús caminamos con la frente alta, sabemos que Él nos ama, su pasión transforma nuestra vida en forma positiva dándonos la oportunidad de tener una vida nueva.

Vivamos agradecidos con actitud contemplativa estos días santos ara celebrar con gozo la pascua de la resurrección.

Por: Pbro. Ángel Collar