Homilía: Domingo XI Ordinario. Ciclo B

“Confianza y Coraje”

Nuestro país, al inicio de la pandemia fue un modelo en cuanto a la prevención contra la enfermedad, pero ahora pasó a ser uno de los países más vulnerables al contagio del covid-19. Cuando empezó la pandemia en marzo del año pasado Paraguay detuvo por varios meses el número de víctimas fatales, se quedó a 13 la cantidad de muertes por mucho tiempo, y eso era posible gracias a las medidas sanitarias asumidas por toda la población, gracias al acatamiento generalizado del protocolo de prevención durante los primeros meses. Después los cuidados fueron aflojándose poco a poco debido a la necesidad de reactivar las actividades sobre todo económicas. Hoy estamos superando las 130 muertes por día.

Ante esta situación estamos llamados a encontrar sostén espiritual para enfrentar este flagelo que sin excluir ningún grupo va llevando a un gran número de personas, enlutando muchas familias.

La liturgia de la palabra es un magnífico incentivo para sacar fuerza y coraje y así seguir adelante sin desmayar ni desesperarse.

            La primera lectura del libro de profeta Ezequiel (Ez 17, 22-24), es una clara demostración de cómo Dios puede hacer brotar la vida inclusive de una rama cortada y como Dios dueño de la vida puede enaltecer al que está humillado y abatido por la tristeza. “Yo soy el Señor, que humillo al árbol elevado y exalto al humilde, hago secarse el árbol verde y florecer el árbol seco. Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré”.

            San Pablo en la segunda lectura (2Cor 5, 6-10) se declara lleno de confianza, y continúa así en su empeño de “ser grato al Señor”. “Siempre llenos de buen ánimo y sabiendo que, mientras habitamos en el cuerpo, estamos desterrados lejos del Señor, caminamos en fe y no en visión”.

            El evangelio de san Marcos (Mc 4, 26-34), nos dice que el reino de Dios es una fuerza que avanza a través de cualquier dificultad y circunstancia, y tiene un dinamismo imposible de detener. “El reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo.”

            1- La confianza

            ¡Recibamos de todo corazón este mensaje de confianza que nos ofrece la liturgia de hoy y que tanta falta nos hace en este tiempo de crisis generalizada! Existen circunstancias en la vida que ponen en crisis nuestra confianza, situaciones que nos empujan hacia el pesimismo: situaciones dolorosas en la vida, y circunstancias de contrariedades. Todo ello nos afecta negativamente disminuyendo nuestra fuerza y nuestro dinamismo. Ante estas situaciones debemos recuperar el ánimo y la confianza porque nuestro Dios es más fuerte que cualquier poder y nosotros lo sentimos muy presente dentro de nosotros como un impulso maravilloso. Al igual que la semilla guarda adentro un empuje para brotar y crecer, así nuestro Dios nos dará esa fortaleza interior para no desmayar ante las dificultades.

            La primera lectura, del profeta Ezequiel, nos da cuenta de una situación difícil que atraviesa el pueblo de Dios, una situación de exilio que representa una amenaza para la esperanza. Sin embargo el mensaje quiere infundir confianza en Dios quien enaltecerá al humillado y humillará al enaltecido: “soy el Señor, que humillo al árbol elevado y exalto al humilde, hago secarse el árbol verde y florecer el árbol seco”.

            2- El coraje

            Dios “humilla a los soberbios y levanta a los humildes” como dice el canto de la Virgen María; por lo tanto, da la vuelta a las situaciones. El que confía en Dios, puede estar seguro que logrará vencer todas las adversidades y obstáculos de la vida, logrará superar victoriosamente todas las dificultades dolorosas. Para esto es necesaria la actitud de humildad activa, es decir, ser dóciles al Señor, a su palabra, pero al mismo tiempo colaborar con Él con buenos propósitos y buenas actitudes. Quien cree que puede alcanzar metas ambiciosas con orgullo y autosuficiencia, va camino al verdadero fracaso porque para lograr los propósitos, no basta, no es suficiente la sola fuerza humana. Todo está en manos de Dios, él es el que determina todo según su voluntad.

El que pone su confianza en el Señor conseguirá superar todas las dificultades, hasta las tentaciones más duras y las dificultades más desgarradoras.

En la parábola sobre el Reino de Dios que nos ofrece el Evangelio de san Marcos, se nos presenta la semilla que crece sola. La semilla por sí no es nada importante, es hasta insignificante, sin embargo lleva en su interior un dinamismo vital.

Jesús nos pone el ejemplo de la semilla. Cuando es plantada bajo tierra por el campesino, ella germina y crece. El hombre no sabe cómo sucede esto. Así también la Palabra de Dios y la semilla del Reino tienen su dinamismo vital: son capaces de vencer obstáculos igual que la semilla la cual se abre camino para su crecimiento y hunde sus raíces en la profundidad de la tierra.

Por eso hemos de tener confianza en el Señor y coraje para avanzar; nuestro Dios es capaz de transformar todo para el bien.

Ante esta crisis que atravesamos, es necesario confiar en el poder de Dios que humilla y enaltece, que seca cedros magníficos y devuelve la vida al árbol seco. Estamos en un momento de humillación y sequedad, con muchas familias enlutadas, con muchos enfermos impotentes ante la pandemia; sin embargo, todo ello servirá como fuente de gracia cuando confiamos en la providencia y la misericordia de Dios que transformarán todo para el bien.

Conclusión

Enfrentando la vida con confianza y coraje fundamentados en la fe, ninguna dificultad podrá derrumbar nuestra esperanza en Dios, ni esta pandemia ni otras dificultades que puedan aparecer en el futuro. Dice san Agustín: “La humildad es la más grande de las enseñanzas cristianas, pues por la humildad se conserva la caridad, y a ella ninguna otra cosa la corrompe más pronto que la soberbia”.

Aprendamos a confiar en Dios con humildad y Él nos concederá el coraje para enfrentar con acierto las dificultades de la vida.