SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO

“Preparad el camino del Señor, enderezad sus senderos”

Estamos ya en el segundo domingo de adviento, tiempo de reflexión y preparación para celebrar la venida del Señor. La liturgia nos propone como guías en el camino del adviento a tres personajes que nos guían hacia el encuentro con el Señor ellos son: el profeta Isaías que profetiza la venida del salvador, Juan Bautista que presenta al salvador que quita el pecado del mundo y la Virgen María madre de Jesús y madre nuestra.

 Las lecturas de este domingo nos invitan a considerar la profecía de Isaías (Is 40, 1-5. 9-11) que nos advierte la necesidad de preparar el sendero, “allanar el camino…” Una voz grita: «En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios; que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale”, el salvador se está aproximando.

 La siguiente lectura de la segunda carta de Pedro (2Pe 3, 8-14) nos advierte que Dios siempre realiza su promesa “No olvidéis una cosa, queridos míos, que para el Señor un día es como mil años y mil años como un día. El Señor no retrasa su promesa”. Todo lo que Dios promete cumple a cabalidad.

 El Evangelio de Marcos (Mc 1, 1-8) nos presenta a Juan el Bautista predicando en el desierto la necesidad de preparar el camino del Señor, “Yo envío a mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino; voz del que grita en el desierto: “Preparad el camino del Señor, enderezad sus senderos”. Se presentó Juan en el desierto bautizando y predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados.

 1- Preparad el camino

El hombre es un ser en continuo movimiento, por su misma naturaleza es inquieto, movedizo y dinámico, no puede estar quieto o parado solamente en un lugar o en un solo tiempo. El ser humano es por naturaleza homo viator hombre en movimiento constante, es un ser en camino. Para movernos necesitamos tiempo, espacio y camino que recorrer. Dice un refrán: “no hay camino, se hace camino al andar”; según este refrán hay que estar siempre construyendo el sendero que recorrer, al construir camino necesitamos unos guías que nos orientan la dirección acertada.

En este tiempo de adviento la liturgia de la palabra nos presenta como guía en el caminar a Juan el Bautista que nos habla de esa carretera interior del corazón humano. “preparad el camino del Señor, enderezad sus senderos”. “Se presentó Juan en el desierto bautizando y predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados”. Nuestro camino interior está condicionado por lo que consideramos válido y que motiva nuestros actos. ¿Cuál es mi convicción? ¿Qué valor mueve mi caminar? ¿Cuál es la motivación de mis actos? ¿El amor o el egoísmo? ¿La generosidad o la avaricia? ¿La sinceridad o la falsedad? ¿El servicio o el aprovecharse de las debilidades del prójimo?

Que estas preguntas nos orienten en el camino de la vida como discípulos de Jesús que se pone en camino para recibir al salvador  en la fiesta navideña con un corazón abierto a Dios.

 2- Enderezad sus senderos

La primera lectura expresa las condiciones para recibir al Señor que viene: “que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale”. Todo lo que está bajo debe elevarse, y todo lo que está elevado debe abajarse, además todo lo torcido deberá enderezarse y lo escabroso o áspero deberá igualarse.

Tanta bajeza moral que se manifiesta en la violencia de todo género contra los más débiles como los niños, las mujeres y los ancianos, los indígenas y los pobres, la inmoralidad, la inseguridad, la pornografía, las injusticias sociales que se ven en las diferencias de oportunidades entre ciudadanos de un mismo lugar, la falsedad y la mentira, la explotación, el aprovechamiento de las necesidades para robar al pueblo, todo esto deberá ser combatidos con una conciencia bien formada sobre la base de una moralidad humanizadora; deberá elevarse con el crecimiento ético y espiritual de los bautizados, es necesario que crezcan los valores humanos y cristianos. Es necesario que brillen los valores espirituales de la bondad, la generosidad, el altruismo, el espíritu de sacrificio, el servicio, la humildad, la inteligencia evangélica, la búsqueda del bien para todos, etc…

Por otro lado, todo lo que está elevado sobre cimientos movedizos y arenosos como el alto orgullo, la autosuficiencia y el egoísmo del hombre, necesitan disminuir, la seguridad puesta exclusivamente en los bienes terrenales que es motivo del orgullo humano es necesario vencer con la humildad, la sencillez, la generosidad y la disponibilidad para servir a Dios en el prójimo.

Enderezar el sendero de la vida quiere decir enderezar todo lo torcido de nuestra vida: los hábitos malos como por ejemplo la pérdida de tiempo en cosas superfluas, la holgazanería, el no hacer nada; es necesario superar las costumbres dañinas, las actitudes destructivas, los gestos y las palabras inoportunas y ofensivas, agresivas e hiriente, etc…

Es necesario cambiar durante este tiempo de preparación para celebrar la navidad de Jesús: preparad el camino, enderezad el camino dice el evangelio de hoy. En la segunda lectura la carta de segunda de Pedro nos advierte que Dios siempre cumple su promesa: “No olvidéis una cosa, queridos míos, que para el Señor un día es como mil años y mil años como un día. El Señor no retrasa su promesa”.

 Conclusión

En este segundo domingo de adviento, al enriquecer nuestra fe con el pan de la palabra, nos preparamos con el equipaje de la humildad, la sencillez y la disponibilidad interior esperando la venida de Jesús.

Que nuestros corazones sea un lugar privilegiado con calor humano para recibir ese niño que nos trae la paz y la luz en este túnel donde nos encontramos atrapado por las injusticias que quiere oscurecer la luz de la verdad. El Señor no retrasa su promesa, siempre cumple, siempre realiza. Estemos preparados y en vigilantes espera.

Por: Pbro. Ángel Collar

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