“Vulnerables ante las tentaciones”
A través del desierto cuaresmal que arranca con el miércoles de ceniza, la Iglesia nos invita a entrar en un clima que marca el camino de purificación y reconciliación. La cuaresma como tiempo de reflexión y oportunidad para el cambio de vida, es propicia para preparar las fiestas pascuales en el que durante la semana santa celebraremos la pasión muerte y resurrección de Jesús.
Las lecturas de este primer domingo cuaresmal nos presentan como punto neurálgico el tema de la tentación.
En la primera lectura del libro del Génesis (Gen 2, 7-9; 3, 1-7), plantea la experiencia de Adán y Eva en el paraíso, ellos fueron seducidos por la tentadora propuesta de la serpiente.
La segunda lectura de la carta de Pablo a los romanos (Rom 5, 12-19), relata la forma como Cristo logró corregir el daño causado por el mal uso de la libertad humana: por culpa de uno entró la muerte, mucho más por Jesús vuelve la vida.
El evangelio de san Matero (Mt 4, 1-11), nos presenta a Cristo tentado en el desierto, antes de su vida pública.
1- La tentación
No es fácil decir algo sobre el tema de la tentación debido a la desnaturalización del mismo, para muchos la tentación consiste nada más a situaciones ocasionales como por ejemplo cuando uno que sigue una dieta, ve algo apetitoso pero el médico le sugiere no consumir ciertos alimentos que inquieta el gusto y el paladar. Según algunos estudios, la palabra tentación ha perdido su connotación teológica transformándose en algo superficial e intrascendente.
El libro del Génesis plantea el tema del hombre y la mujer en el paraíso donde tienen a disposición todo el jardín: “El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles hermosos para la vista y buenos para comer; además, el árbol de la vida en mitad del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y el mal”.
“Podemos comer los frutos de los árboles del jardín; pero del fruto del árbol que está en mitad del jardín nos ha dicho Dios: No comáis de él ni lo toquéis, de lo contrario moriréis”. Esta prohibición o limitación de la libertad impuesta por Dios, fue aprovechado por el enemigo para confundir a Adán y a Eva. Tener tentaciones forma parte de nuestra condición humana. Por algo Jesús nos enseña a rezar con el padrenuestro pidiendo que se nos libre de toda tentación: “no nos deje caer en tentación”. Sin embargo es necesario aprender que en la vida hay límites que marcan las fronteras entre el bien y el mal, entre lo que construye y destruye, lo que eleva, enaltece y lo que hunde en el abismo; hay fronteras entre la oscuridad y la luz, la muerte y la vida.
La primera lectura, ilustra cómo los seres humanos desde el inicio de nuestra historia hemos tenido la pretensión de ser como dioses. Pretendemos ocupar un lugar que no nos corresponde.
A lo largo de la historia encontramos numerosos ejemplos de los caminos que han intentado los seres humanos para tratar de hacer realidad esa pretensión absurda; unos se han sentido todopoderosos por sus conocimientos científicos, otros por el poder de sus ejércitos y armamentos, otros por sus inmensas riquezas, otros por la capacidad de manipulación de los seres humano. La historia muestra cómo han fracasado estruendosamente estos intentos soberbios de ser como dioses; sus autores han sido reducidos a polvo[1].
2- Las tentaciones de Jesús
El evangelio nos presenta la escena de Jesús tentado en el desierto en tres ocasiones:
La primera tentación está relacionada con el hambre y la dimensión material: “Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre. El tentador se le acercó y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes. Pero él le contestó: Está escrito: No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.
Esta tentación consiste en el deseo de satisfacer todas las demandas del cuerpo. Vivimos en un mundo en el que se da un culto al cuerpo y al placer, declinando la existencia hacia un consumismo compulsivo sin frontera. La dimensión corporal se convierte en un medio para el goce del placer sin límite. A esta tentación Jesús responde: “no solo de pan vive el hombre” es decir, no solo de cosas materiales vive el hombre. Este verso del evangelio sería bueno meditar una y otra vez con mayor profundidad.
La segunda tentación quiere inducir a la espectacularidad: es un llamado a arrojarse desde lo más alto del templo de Jerusalén para demostrar que puede obrar milagros. “Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras. Jesús le dijo: También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios”. Es la pretensión de querer manipular a Dios poniendo la religión al servicio de intereses mezquinos individuales. Hay que recordar que la acción de Dios es discreta actuando en lo profundo del corazón humano. Rechaza toda oferta de milagrerismo que demuestra solo espectáculos y falsa curaciones.
La tercera tentación invita abandonar la identidad y la misión encomendada: el espíritu maligno, invita a Jesús a abandonar el servicio exclusivo que le confió el Padre para adorarle a él. La recompensa de esta pérdida de identidad y misión consiste en riqueza y poder. “De nuevo el diablo lo llevó a un monte altísimo y le mostró los reinos del mundo y su gloria, y le dijo: Todo esto te daré, si te postras y me adoras. Entonces le dijo Jesús: Vete, Satanás, porque está escrito: Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”. Cuantos hombres y mujeres han sucumbido ante esta misma tentación vendiendo la conciencia, perdiendo y destruyendo en un segundo todo lo que construyó durante décadas con mucho sacrificio, traicionando sus propios valores.
Conclusión
La palabra de Dios de este primer domingo de cuaresma, ilustra que la realidad de las tentaciones pertenece a la condición humana. Todos los días la tentación susurra en el oído de la conciencio buscando seducirnos transgrediendo nuestra débil voluntad.
Estas tentaciones afectan a las personas a cada hombre y cada mujer, a las familias en los matrimonios, en los negocios, en el ejercicio de la autoridad como servicio, en la Iglesia como pastores, lideres, en la docencia como formadores, etc.
Podemos decir a la luz de la segunda lectura, que através de Adán y Eva entró el pecado y con él la muerte, pero por la gracia de Dios a través de María y su hijo Jesús recuperamos la gracia y la vida.
Que esta reflexión nos ayude a encaminarnos hacia las fiestas pascuales preparando la mente y el corazón durante este desierto cuaresmal.