Pbro. Ángel R. Collar N.
Apreciados fieles laicos de la Diócesis de Ciudad del Este, de las parroquias, movimientos, grupos misioneros de retiro y otros,
En esta Semana Santa, como vicario pastoral de la Diócesis, les quiero hacer llegar un saludo y un mensaje a todos ustedes, hermanos y hermanas en la fe:
La esperanza en Dios es siempre motivo de alegría. Como discípulos y misioneros de Jesús, quienes no se rinden ante ningún tipo de desafío por más arduo que parezca, queremos irradiar esperanza para enfrentar cualquier situación. Nuestra mirada está puesta en Dios todopoderoso. En la plenitud de los tiempos el creador de todas las cosas resucitó a su Hijo Jesucristo venciendo el pecado y su consecuencia que es la muerte.
Debido a la emergencia sanitaria que vive nuestro país, vivimos la semana santa 2021 nuevamente encerrados. Igual que un año atrás la celebramos de un modo atípico con serias restricciones. A pesar de este contexto difícil, les invito a mirar nuestra situación con ojos de fe y con esperanza en el Dios cercano y misericordioso. Hoy Él nos llama a estar unidos en comunión animándonos mutuamente.
¡Vemos y sentimos tanta desilusión, dolor e impotencia, generados por la enfermedad contagiosa llamada covid-19! Sus consecuencias llegan a todos los ámbitos de la vida personal, familiar y social. Ante toda esta miseria, estamos llamados a ser agentes de consuelo, animación y fortaleza, dando esperanza a todos aquellos que están en situaciones de vida difíciles.
No escatimemos ningún esfuerzo por ser agentes de conforto . No sabemos qué nos depara en el mañana; sin embargo, pongamos nuestra fe en aquel que nos conforta: “Así que no temas, yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios…” (Is 41,10). Por ejemplo, tenemos que ser motivo de contención espiritual y afectiva para nuestros hermanos con actitudes más proactivas que sufren más a causa del encerramiento. Ayudemos a todos buscar siempre lo bueno dentro de las circunstancias adversas de la vida y acudir a Jesús. “Vengan a mi todo los que están cansados y agobiados y yo os aliviaré” (Mt 11, 28) dice Jesús. Estemos atentos en todo momento para ser ocasión de consuelo cuando otros necesiten de nuestro apoyo.Seamos también animadores, en el sentido de buscar siempre lo que construye, une, acerca y anima ante tantos mensajes que nos bombardean con noticias pesimistas y dramáticas. Estemos listos para ser medio de optimismo cristiano ante tanta desgracia y desazón en nuestra sociedad. A cada paso nos encontramos con personas que han sufrido decepción e impotencia. Como buenos mensajeros de la esperanza y del amor, llevemos por doquier ese ánimo positivo que alienta y motiva al desanimado para seguir adelante a pesar de los sinsabores del momento, depositando nuestra esperanza en el amor de Dios que nunca falla.
Hagamos presente la fortaleza espiritual que da soporte ante tantas situaciones dolorosas. Así como Jesús nos sostiene y fortalece por su dolorosa pasión, estemos dispuestos para unirnos a la vivencia, la voz, la oración de Cristo en la cruz quien supo mantenerse firme, fiel y obediente hasta el final. Levantemos nuestra mirada a Cristo contemplando su cruz como camino de vida, libertad y victoria final.
“No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Jn 14, 27). El discípulo de Jesús está llamado a ser apóstol de la esperanza . Constantemente atentos a las palabras y gestos de Jesús siempre tendremos un mensaje y el gesto oportuno de aliento para los demás, seremos un aliciente que ayuda a poner en pie al que ha caído. Seamos como Simón de Cirene durante estos días de la Semana Santa y siempre, para aquellos hermanos que necesitan ser auxiliados en sus caídas, sus crisis, su dolor y su angustia. Con esta actitud estamos también apoyando a los profesionales de la salud, ellos son los valientes guerreros de primera fila que necesitan de la colaboración de todos.
Mirando alrededor, experimentamos una sensación de descontento generalizado en el ámbito de la sociedad debido a las actitudes de algunas de nuestras autoridades y muchas faltas de seriedad en la administración del bien común. A esto se suma que no podremos celebrar los misterios pascuales como lo hacíamos habitualmente con la participación de todos los fieles. Las parroquias tendrán los actos religiosos con muy reducidos números de participantes. Sin embargo, las redes sociales nos facilitan una amplia divulgación de las ceremonias con las que podemos estar en sintonía y en comunión desde los hogares.
Es oportuno considerar que Dios llama a toda la familia en cada hogar, a vivir con fe y esperanza estos días santos. Las circunstancias actuales las podemos ver como una invitación a valorar la vida y la salud, y también a celebrar la Semana Santa nuevamente en familia en actitud de oración, haciendo que el hogar sea Iglesia doméstica, santuario hogar, lugar donde se reza y se vive la fe. Hagamos de nuestros hogares ese recinto donde reina Dios con su amor y su gracia, rezando el vía crucis y el santo rosario, practicando la lectura y la meditación de la Palabra de Dios siguiendo la liturgia cotidiana. Recemos más que nunca por el fin de la pandemia.
Por un lado lamentamos la restricción impuesta, pero por otro lado, es necesario observar el aislamiento para evitar una catástrofe sanitaria. Tenemos la oportunidad de estar más recogidos en la casa con los familiares y asumir una actitud de verdadera oración, así como debe ser todas las Semanas Santas, unidos en oración y reflexión en un ambiente espiritual.
Imitemos la actitud de la Virgen María que se mantuvo en oración silenciosa, sin embargo, estuvo cercana a su hijo Jesús cuando él caía por el peso de la cruz; allí estaba ella presente para consolar y dar aliento.
Mis oraciones por todos Uds. en un profundo deseo que vivan una bendecida y fructífera Semana Santa, celebrando la pasión, la muerte y la pascua de Nuestro Señor Jesucristo.
Ciudad del Este, 27 de marzo de 2021
Pbro. Ángel Ramón Collar Noguera
Vicario Pastoral