“El dolor de uno es la salud de todos”
Homilía
Introducción
Ya hemos estado viviendo un año un viernes lleno de dolores debido a esta larga cuarentena; desde que empezó la pandemia, vivimos días tenebrosos y luminosos al mismo tiempo. Hoy, Viernes Santo toda la Iglesia recuerda la pasión, la muerte y la sepultura de Jesús. La liturgia nos presenta unos textos espléndidos, que pueden alimentar muchas horas de meditación.
La primera lectura, tomada del libro del profeta Isaías (Is 52,13-53, 12) es el canto del Siervo de Yahvé, una profecía estupenda. Este Siervo del Señor es un personaje que sufre por los pecados de los otros. Sufre terriblemente, es humillado en grado sumo. “No tenía presencia ni belleza que atrajera nuestras miradas ni aspecto que nos cautivase. Despreciado y evitado de la gente… al verlo se tapaban la cara.”
La segunda lectura, tomada de la Carta a los Hebreos (Heb 4,14-16; 5,7-9) nos recuerda la ofrenda que Cristo hace por nosotros con gritos y lágrimas, con dolor y sufrimiento.
El evangelio es la Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Juan (Jn 18, 1—19, 42), es un relato glorificador. En efecto, la pasión según el cuarto evangelista no es una narración triste, sino manifiesta la gloria de Jesús, la gloria de haber amado hasta el fin. Jesús de este modo nos conquistó la salvación: “Sobre él descargó el castigo que nos sana y con sus cicatrices nos hemos curado”. Cuando vemos sufrir a Jesús durante la pasión, no debemos olvidar que soportó sus sufrimientos por nuestros pecados.
1- El dolor de uno es la salud para todos
Al celebrar la pasión de Nuestro Señor Jesucristo, contemplamos el relato según san Juan donde existen muchos detalles que pueden iluminar la reflexión de hoy, un viernes sagrado por excelencia. Por citar algunos podemos mencionar:
1º. En primer lugar, pensemos en los diversos personajes que aparecen en el Vía Crucis asumiendo diversas maneras de actuar, cada una teniendo sus posturas y respuestas. Por ejemplo, tenemos a los soldados quienes maltratan constantemente a Jesús; también se habla de los discípulos que desde la distancia y desconcertados por su miedo acompañan entre dudas y temores el hecho de la ejecución del maestro; por otro lado, se están presentes mujeres como la Verónica, las mujeres de Jerusalén, María Magdalena y la misma Madre de Jesús, María. También se menciona la tumba donde es depositado el cuerpo de Jesús, la multitud que dificulta ver bien el espectáculo, las autoridades que actúan movidos por sus diversos intereses.
2º. En segundo lugar reconocemos que el centro de la atención, el factor gravitacional que es el motivo del espectáculo, es Jesús, el condenado a muerte. En Jesús podemos contemplar muchas cosas horrorosas, mucho dolor: sus heridas, las agresiones de todo tipo que él se gana camino al calvario, la corona de espinas que le pusieron en la cabeza como burla y que es motivo de punzante dolor, las marcas sangrientas de la flagelación. Brotan las lágrimas de sus ojos y de los ojos de una buena cantidad de gente que acompañan impotentes el acontecimiento. Presenciamos las caídas de Jesús una y otra vez bajo el peso enorme de la cruz, y nos fijamos en los clavos recibidos en las dos manos y en los pies, la fatiga de quedarse colgado en la cruz, el dolor asfixiante. El sufrimiento aumenta por el abandono de sus amigos. Todo el tiempo debe soportar burlas, hasta de quienes están a su costado en parecida situación, los dos ladrones, etc.
3º. En tercer lugar, antes de agotar todas las muchas riquezas para la reflexión debemos contemplar en el hecho en su conjunto: ¿Qué es todo esto? ¿Qué sentido tiene hoy todo este relato que acabamos de meditar?
2- La cruz como camino de la vida sin ocaso
El Viernes Santo nos confronta con el dolor inmensurable que sufre Cristo. Para muchos de los presentes habrá sido un final y un fracaso de un ideal político que ellos habían largamente acariciado, es decir, consideran que con la muerte de Cristo muere también su ideal de un mundo mejor y no se ha logrado la liberación política de Israel. Es la muerte del Rey de los Judíos; pérdida de su lucha, fracaso total y derrota definitiva.
Hoy también nosotros experimentamos un Viernes Santo y más que nunca. Nos encontramos en un momento en el que padecemos grandes crisis, así como las vivieron los seguidores de Jesús. La más evidente se ve en al ámbito de la salud por la amenaza del covid-19. Menos visible, pero no menos preocupante es la crisis de los valores y principios cristianos. En nuestra época parece que Dios mismo ha muerto con la muerte de los valores morales.
También hemos entrado en una crisis política pocas veces vista. Y duelen en el alma los dramas en lo social y lo económico, donde nos dan la impresión de que no hay horizonte de esperanza. Estamos al igual que los seguidores de Jesús que se enfrentan con un final trágico.
Para ellos se terminó el plan de Jesús, se terminó la esperanza de bienestar y tranquilidad. Sin embargo, tres días después llega el momento de su mayor victoria. La vida, la esperanza y el amor, finalmente triunfan por encima de la muerte, la desesperanza y el odio.
Por este triunfo sabemos: todos quienes se mantienen firmes en la fe, a pesar de las crisis y la aparente muerte de Dios en la sociedad, que son los creyentes y los todos los servidores fieles, jamás serán defraudados.
Ofrecemos esta celebración de la Pasión por tantos hermanos y hermanas que sufren las injusticias, la indiferencia y la ingratitud al ser abandonados en el dolor, la enfermedad, y la vejez.
Ofrecemos la pasión y muerte de Jesús también por las autoridades que en no pocas ocasiones lastiman a los más débiles de nuestra sociedad que son los trabajadores, los pobres, los más humildes y los son menos útiles a los ojos del mundo.
Conclusión
Podemos afirmar que la entrega total de Jesús en su pasión es el motivo de su glorificación y de nuestra salvación, y esto nos llena de gratitud. Pedimos a Cristo crucificado y glorificado que, a pesar de los sinsabores de la vida, nos ayude a mantenernos en la fe y en la esperanza para llegar a la pascua de una vida nueva mejor.
Otros elementos que pueden ser temas de contemplación y reflexión:
- los clavos
- la traición de Judas
- la indecisión de Pilato
- el desprecio y las burlas
- la túnica sorteada
- la Virgen María bajo la cruz