Gratitud por el nuevo año
El nacimiento de Jesús que hemos celebrado hace una semana atrás, es un tiempo litúrgico que se prolongará hasta el domingo después de la Epifanía del Señor. Dentro de este periodo llamado tiempo de Navidad, iniciamos hoy un nuevo año civil, y al mismo tiempo celebramos la solemnidad de Santa María Madre invitándonos a través de las lecturas a enriquecer nuestra devoción a la Virgen María Madre de Dios invocando su bendición y agradecer por un nuevo calendario civil.
Al arrancar un nuevo año con mucho entusiasmo, lo hacemos invocando la bendición de Dios sobre cada uno y con el espíritu encendido lleno de esperanza a un mejor porvenir personal, familiar y comunitaria; que este año, regalo de nuestro Creador y Señor, sea un tiempo de mayor cercanía a Él así como Él se nos acercó encarnándose en una débil criatura que nació en Belén. Y que esta nuestra cercanía, sea reflejada con actos concretos de devoción a María, de oración y caridad buscando siempre el bien común.
La primera lectura del libro de los Números (Núm 6, 22-27), es un fragmento donde se revela un gran deseo de buen año para los fieles. Es la bendición sacerdotal. El mismo Dios ordena a Moisés que transmita al sumo sacerdote Aarón y a sus hijos la fórmula de bendición sacerdotal. Los sacerdotes deberán decir: “El Señor te bendiga y te guarde, el Señor te muestre su rostro radiante y tenga piedad de ti y te conceda la paz”.
La segunda lectura de la carta de Pablo a los gálatas (Gál 4, 4-7), se refiera a María que dio a luz al Hijo de Dios: “Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, para rescatar a los súbditos de la ley y nosotros recibiéramos ser hijos de Dios por adopción”.
El Evangelio de san Lucas (Lc 2, 16-21), es un relato que nos presenta a los pastores quienes se dirigen sin dudar hacia el establo, allí donde se encuentra María, José y el Niño acostado en el pesebre. “En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño”… “María guardaba todo esto en su corazón”.
1- Un nuevo año, una nueva gracia
En Comenzar el nuevo año lo primero que Debemos hacer es dar gracias a Dios por el don del tiempo, que es el don de la vida, el don Fundamental. El Señor, al inicio del año, nos regala 365 fardos de Semillas, que son Nuestras posibilidades, Nuestras Capacidades, Nuestro tiempo, Nuestras riquezas. Qué venturoso sería si dentro de doce meses pudiéramos celebrar la Mejor cosecha de nuestra vida para Bien Nuestro y de nuestro entorno.
Iniciamos un año con una convicción profunda: “Dios nos ama y nos ama como hombres y mujeres”. Y para enseñarnos a serlo con toda profundidad, nos envía su Hijo nacido de María Virgen y nacido en unas condiciones sociopolíticas no Mejores que los Nuestros.
Dice un teólogo Ladislao Boros en alguno de Sus escritos que uno de los principios cardinales de la vida cristiana consiste en que «Dios Empieza siempre de nuevo». Con él no hay definitivamente pérdida. En él todo es Hacia Arriba y renovación hacia delante, nunca hacia atrás. Miremos con entusiasmo este nuevo tiempo que tenemos por delante.
Para decirlo de manera sencilla, Dios no se Deja desanimar por nuestra mediocridad. La fuerza renovadora del su perdón y de su gracia es más vigorosa que nuestros errores y nuestro pecado. Con él, todo puede empezar de nuevo. A empezar con fuerza éste año.
Al agradecer a Dios por tantos regalos, es bueno también hacer una evaluación un balance de lo que fue el año que termina.
“Al llegar el final del año tanto las personas como las empresas, incluso los gobiernos tienen que hacer sus balances, la forma típica de un balance es la que en contabilidad se llama o se llamaba de pérdidas y ganancias, aunque la terminología seguramente cambie, la idea estoy seguro que permanece firme, pérdidas y ganancias, ¿qué he perdido y qué he ganado?”
Típicamente las empresas se hacen estas preguntas en términos económicos, quizás en un análisis más fino se pregunten también por los contratos, por los clientes, preguntas como: “¿cuántos clientes nuevos tenemos?, o ¿cuántos clientes antiguos hemos perdido?
Para que un nuevo año sea una nueva gracia, los católicos tenemos que ser de la idea que también en nuestra vida cristiana, hacer un buen balance, también tenemos que examinar y no solamente nuestra parte económica, sino sobre todo aquellas actitudes que se relacionan con el compromiso asumido; quiero proponer algunas áreas que en la vida he visto muchas veces descuidadas, áreas que considero conveniente examinar con un reflexivo balance. Para mí en particular considero estos tres primeros: 1º. La labor evangelizadora, 2º. La oración y 3º. Las obras de misericordia. También podemos considerar examinando con qué frecuencia durante el año pasado hemos actuamos con la caridad, la justicia, el amor, la sinceridad, el perdón, la honestidad, la prudencia que se refleja en María, la solidaridad, la fraternidad, etc…
2- El secreto de María la Madre de Dios
La madre de Jesús fue encargada al Discípulo Juan al pie de la cruz, allí en ese instante de dolor y de entrega, Jesús entregó su Madre a Juan y al mismo tiempo entregó a María a Juan el discípulo amado: “he ahí a tu madre… he ahí a tu hijo”. En esta escena María se convierte en madre de todos los discípulos y misioneros de Jesús, ese decir, ella es madre de todos los bautizados. Entre las múltiples virtudes de María resalta su prudencia, “Ella guardaba todas estas cosas en su corazón”. Lo que hoy celebramos es esta doble maternidad de María, ella es madre de Dios y Madre nuestra y como tal fue siempre prudente.
1º. Éste es el secreto de María: custodiar en el silencio y llevar todo a Dios. Y como concluye el Evangelio de hoy, todo esto sucedía en su corazón. El corazón invita a mirar al centro de la persona, de los afectos, de la vida.
También nosotros, hijos peregrinos, en camino, al inicio del año sentimos la necesidad de volver a comenzar desde el centro, de dejar atrás los fardos del pasado y de empezar de nuevo desde lo que importa. Sembrar la buena semilla que tenemos en la bolsa que recibimos al inicio del año como regalo de Dios para ser cada vez más hijos de María.
2º. Aquí está hoy, frente a nosotros, el punto de partida: la Madre de Dios. Porque María es exactamente como Dios quiere que seamos nosotros, como quiere que sea su Iglesia: Madre tierna, humilde, pobre de cosas y rica de amor, libre del pecado, unida a Jesús, que custodia a Dios en su corazón y al prójimo en su vida. Para recomenzar, contemplemos a la Madre. En su corazón palpita el corazón de la Iglesia. La fiesta de hoy nos dice que para ir hacia delante es necesario volver de nuevo al pesebre, a la Madre que lleva en sus brazos a Dios.
3º. La devoción a María nuestra Madre, no es una cortesía espiritual, es una exigencia de la vida cristiana: Contemplando a la Madre nos sentimos animados a soltar tantos pesos inútiles y a encontrar lo que verdaderamente cuenta. El don de la Madre, y de toda mujer es muy valioso para la Iglesia, que es madre y mujer.
Dice el Papa Francisco: “Y mientras el hombre frecuentemente abstrae, afirma e impone ideas; la mujer, la madre, sabe custodiar, unir en el corazón, vivificar. Para que la fe no se reduzca sólo a una idea o doctrina, todos necesitamos de un corazón de madre, que sepa custodiar la ternura de Dios y escuchar los latidos del hombre. Que la Madre, que es el sello especial de Dios sobre la humanidad, custodie este año y traiga la paz de su Hijo al corazón de todos los hombres y al mundo entero.
Conclusión
Dice san Agustín de Hipona en una de sus célebres frases: “Pregunta a tu corazón; ve si posee la caridad. Si posee la caridad, posee la plenitud de la ley, y entonces ya habita Dios en ti, ya te hiciste trono de Dios”. Al inaugurar este nuevo año, no olvidemos de hacer un buen balance de nuestros actos cuestionándonos sobre el amor, y proyectando el futuro hacia algo mejor y la realización de los nobles ideales para crecer en santidad. Busquemos todo lo que trae y construye la paz.
Que nuestra Madre María Santísima, interceda por todos, nos llene de su ternura y bendición protegiendo a todos con su celeste manto estrellado guiándonos durante este año que inauguramos hoy. Ella la Reina de la paz y Madre de Dios y de los hombres nos guie hasta su Hijo Jesús.
¡…Feliz, bendecido y próspero año nuevo…¡
Oficina de Comunicación y Prensa, Diócesis de Ciudad del Este