La segunda Misa del primer día del novenario en honor a la Virgen de Caacupé fue presidida por el Mons. Guillermo Steckling quien abordó el tema “Y Dios vio que todo lo que había hecho estaba muy bien”. La Celebración Eucarística fue llevada a cabo este 28 de noviembre en la Basílica Santuario a las 19:00 Hs.
En su homilía el obispo pidió prestar especial interés por la lectura y el estudio de los libros sagrados para que con la luz del Espíritu Santo se ilumine el entendimiento. Así también invitó a prestar especial atención a la creación de Dios haciendo alusión al tema del día e hizo la siguiente reflexión: “Se dice, en cada día de la creación, y Dios vio que era bueno y al final de su trabajo esto se enfatiza: Dios vio que era muy bueno. ¿Será que tenemos siempre suficientemente claro que Dios hace bien las cosas? ¿Qué él no produce chapuza, que no necesitamos corregir su obra? Conviene recordar dos puntos, lo primero es ¿hace falta alabar más a Dios y agradecerle por cada amanecer, por la comida que nos da, la salud, la fuerza, las cosas lindas de la vida. También es cierto que a veces nos cuesta alabar a Dios. Su obra, su creación se ponen en contra nuestra, hay catástrofes, enfermedades, o no tenemos acceso a las riquezas que Dios ha creado para compartirlas entre todos”.
VIVIMOS EN UN MUNDO DAÑADO
En otra parte de su homilía, Mons. Steckling expresó que la humanidad vive en un mundo dañado “la creación necesita ser reparada, nos haría bien reconocer que gran parte de nuestro sufrimiento es auto infligido , por ejemplo: no aceptamos la sabiduría de Dios y eliminamos todo el bosque, quemamos en cien años todo el petróleo y nos llegan los cambio climáticos; no queremos ser hombres o mujeres e intentamos reprogramar al ser humano y sufrimos el desorden familiar”.
Posteriormente hizo la siguiente pregunta “y ¿cómo debemos usar el mundo que en el comienzo de todo Dios ha creado para nosotros?” Para responder, el obispo mencionó parte del Génesis y el Evangelio del día que da algunas pautas a tener en cuenta.
También invitó a buscar primero el Reino de Dios y su justicia “el resto viene por añadidura”, enfatizó, y, agregó “Jesús nos coloca aquí ante decisiones de vida fundamentales, debemos elegir entre tesoros en la tierra o tesoros en el cielo, entre Dios y el dinero, entre la preocupación y la confianza en Dios, entre el centrarnos en nosotros mismos y la búsqueda del Reino de Dios y su justicia”.
Luego resaltó la siguiente expresión “conversión ecológica” haciendo mención que esta frase apareció en el reciente sínodo de la Amazonía. “Es evidente que existe el pecado, la rebelión contra los mandamientos de Dios, y dentro de esto, el pecado ecológico, cuando usamos mal las cosas creadas por Dios. Este pecado ecológico perjudica tanto la naturaleza como a nosotros mismos, y especialmente golpea a los más vulnerables. Nos podemos hacer algunas preguntas para nuestra conversión ecológica: ¿Cómo es mi relación con la creación? ¿soy consciente de la urgente necesidad de cuidar nuestro planeta? ¿Enseño a los demás a respetar la naturaleza? ¿Me considero una creación maravillosa de Dios? ¿Valoro mi vida y el lugar donde Dios me ha puesto para comenzar mi recorrido? ¿Soy consciente del bien que puedo hacer por los demás? ¿Cuáles son mis mayores preocupaciones? ¿Me considero una persona que cree en la providencia?”
Luego concluyó diciendo que en este año de la Palabra de Dios la feligresía busque siempre la sabiduría en la Palabra de Dios. “Sepamos escucharla a ejemplo de María, la fiel servidora del Señor, en ella toda la creación ya ha sido restaurada a su belleza original. Ella es la Purísima, la estrella del amanecer que todos esperamos”.
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