Mons. Pedro recuerda a Mons. Agustín Van Aaken en el 34º Aniversario de su partida».

En la Santa Misa del domingo, Mons. Pedro Collar, obispo de Ciudad del Este,  destacó la importancia de la esperanza y la pertenencia a la Iglesia, así también recordó  el legado del segundo obispo, prelado de Alto Paraná y Canindeyú, Mons. Agustín Van Aaken, en el 34º aniversario de su fallecimiento.

Durante la homilía del domingo 11 de agosto en la Santa Misa de las 19 :00 horas, celebrada en la Catedral de Ciudad del Este, Mons. Pedro Collar recordó a los fieles que la fe en Cristo resucitado es fundamental para fortalecer el sentido de comunidad en la Iglesia. «Hoy también es una fecha importante para nuestra Iglesia diocesana porque recordamos el aniversario trigésimo cuarto del paso de esta tierra a la Iglesia celestial del recordado Mons. Agustín Van Aaken», afirmó el obispo, subrayando su rol crucial en la evangelización de las comunidades de Alto Paraná y Canindeyú.

Mons. Collar invitó a los presentes a reflexionar sobre la primera lectura del I Libro de los Reyes, que narra la angustia del profeta Elías. «Elías se sintió agobiado y deseó morir», mencionó el obispo, señalando cómo esta experiencia humana trasciende el tiempo y resuena con las luchas contemporáneas que enfrentan muchas personas hoy en día.

El obispo enfatizó que todos hemos sido testigos de situaciones difíciles que pueden aplastar nuestra motivación para vivir. «La crisis existencial que vive el profeta nos impacta y lo sentimos cercano», dijo, instando a los fieles a reconocer que no están solos en sus batallas personales.

El prelado también reflexionó sobre cómo Dios actúa en nuestras vidas a través de diversas personas y situaciones. «Si Elías no hubiera sido ayudado por un ángel, habría muerto», comentó, recordando que todos necesitamos apoyo en momentos difíciles.

Por otro lado dijo, que «a pesar de tantos signos de muerte y desesperanza, el Señor nos conforta: ‘Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre’».

“Que Mons. Agustín Van Aaken, obispo misionero, cuyo paso a la Iglesia celestial hoy recordamos, goce de la visión beatífica en el cielo y su trabajo pastoral en esta diócesis pueda seguir dando sus buenos frutos. Que la Virgen María interceda por nosotros y nos conceda la gracia de tener hambre y sed de la eucaristía teniendo en cuenta el salmo responsorial de hoy ¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!”, concluyó.

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