Estimados miembros de la comunidad educativa:
Estudiantes, profesores, personal directivo, administrativo y familias.
Me dirijo a ustedes con motivo del inicio de las actividades académicas en este significativo Año del Jubileo de la Esperanza, bajo el lema «Peregrinos de la Esperanza». En primer lugar, les extiendo un cordial saludo y los animo a aprovechar al máximo esta valiosa oportunidad para continuar su formación académica y fortalecer su personalidad, fundamentada en los valores humanos y cristianos. Al mismo tiempo, les hago llegar el saludo y las oraciones de los miembros de la Pastoral Educativa de nuestra Diócesis, que este año trabajarán por el fortalecimiento y la cercanía entre las instituciones, bajo el cuidado pastoral de nuestra Iglesia diocesana.
Es mi sincero deseo que, en el día a día, sientan la presencia y compañía de Dios, quien les ha otorgado talentos para desarrollar. Que cada encuentro y cada aula sean espacios de motivación, interés por el aprendizaje y mutua cooperación entre docentes y alumnos, para crecer juntos en el conocimiento del bien y la verdad, vivenciando los valores adquiridos. Que la alegría, la empatía, el espíritu de responsabilidad y el servicio sean rasgos distintivos de cada uno de ustedes.
Como sabemos, la formación de niños, niñas, adolescentes y jóvenes se configura tanto en la familia como en la escuela, a través de la ternura, el sacrificio, la paciencia y el respeto. Por ello, los invito a incentivar el trabajo en equipo, promoviendo la cercanía, el diálogo y la escucha activa. De esta manera, podremos impulsar una educación en valores que contribuya al desarrollo integral de la personalidad de cada estudiante. La comunidad educativa tiene la misión de motivar, acompañar y custodiar un genuino itinerario formativo, basado en la esperanza como un don de Dios. Una esperanza que no es ciega, sino que nos permite anticipar el futuro con la mirada, la mente y el corazón abiertos, transformando la angustia y el miedo en sueños que caminan de la mano de Dios.
El Papa Francisco, en ocasión del Pacto Mundial sobre la Educación celebrado el 15 de octubre de 2020, expresó: «Creemos que la educación es una de las formas más efectivas de humanizar el mundo y la historia. La educación es, ante todo, una cuestión de amor y responsabilidad que se transmite en el tiempo, de generación en generación». El Santo Padre también nos invita a: «Renovar la pasión por una educación más abierta e incluyente, capaz de la escucha paciente, del diálogo constructivo y de la mutua comprensión», con el desafío de generar una red de relaciones humanas que ponga a la persona en el centro, con la dignidad que le es propia como hijo e hija de Dios, creada a su imagen. Asimismo, San Enrique de Ossó, fundador de las Hermanas Teresianas, nos dejó esta enseñanza: «Educar a un niño es educar a un hombre, y educar a una mujer es educar a una familia».
En este espíritu, los animo a ser promotores de la alegría del Evangelio en sus comunidades educativas, cultivando la honestidad, la solidaridad y el compromiso con quienes más lo necesitan. Sean protagonistas activos y creativos en la cultura del cuidado, especialmente hacia los más vulnerables y desprotegidos de nuestra sociedad. Favorezcan la búsqueda de la verdad en todas las áreas del conocimiento e incentiven la virtud de la esperanza. Que este nuevo año lectivo sea un tiempo de crecimiento, aprendizaje y santificación. Seamos luz y sal en el mundo, y que nuestra presencia sea un reflejo del amor y la misericordia de Dios.
Que el Divino Maestro, Jesús, y su Madre, María Santísima, los bendigan, iluminen y acompañen en este año de gracia. Con afecto de Padre y Pastor.
+Pedro Collar Noguera – Obispo de CDE
24 II 25
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