En el día de la festividad de San Joaquín y Santa Ana, el Obispo de la Diócesis de Ciudad del Este destacó la importancia del rol educativo de los abuelos dentro de la familia.
El viernes 26 de julio, Mons. Pedro Collar Noguera, Obispo de la Diócesis de Ciudad del Este, participó en la celebración en honor a los santos patronos, abuelos de la Virgen María, en la Parroquia San Joaquín y Santa Ana.
A continuación, presentamos un extracto de la inspiradora homilía ofrecida por el Obispo:
Hermanos y hermanas en Cristo:
Llegue mi saludo al párroco, a los jóvenes, familias, catequistas, trabajadores, niños… En el contexto del año de la oración, hoy nos reunimos para celebrar nuestra fe, para honrar a los padres de María, Joaquín y Ana, personas de profunda fe y confianza en las promesas de Dios. Ambos educaron a su hija María en la fe del Pueblo de Israel, alimentando en ella el amor hacia el Creador y preparándola para su misión: ser la madre del Hijo de Dios. Hoy queremos agradecer a Dios por nuestra comunidad parroquial, pedir su gracia y su bendición. También para reflexionar juntos y renovar nuestro compromiso de discípulo misionero.
El Papa Emérito Benedicto XVI, un día como hoy, en el año 2009, resaltaba, a través de las figuras de Joaquín y Ana, la importancia del rol educativo de los abuelos dentro de la familia, diciendo que los abuelos “son depositarios y con frecuencia testimonio de los valores fundamentales de la vida”. El Papa Francisco, con ocasión de esta fiesta, celebrada en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud, Río 2013, destacaba que “los santos Joaquín y Ana forman parte de esa larga cadena que ha transmitido la fe y el amor de Dios, en el calor de la familia, hasta María, que acogió en su seno al Hijo de Dios, lo dio al mundo y nos los ha dado a nosotros. ¡Qué precioso es el valor de la familia, como lugar privilegiado para transmitir la fe!”.
Acabamos de escuchar el relato del evangelio que en Joaquín y Ana se hicieron realidad: felices los ojos y oídos de ustedes porque ven y escuchan lo que muchos profetas y justos quisieron escuchar y no pudieron. El Evangelio nos presenta la espiritualidad de la espera paciente y la alegría del cumplimiento. Jesús les hace notar a los discípulos el inmenso valor de lo que está sucediendo en ellos, porque pueden conocer los secretos del reino. Hoy también nosotros nos consideramos felices por poder ver, escuchar y experimentar la gracia de Dios.
Joaquín y Ana vieron el inicio del cumplimiento de los tiempos mesiánicos que estaban aguardando desde siglos. En ellos se da la espiritualidad de los pobres de Yavé: profundo espíritu de piedad, adoración, confianza, amor a su pueblo, humildad, sentido social y amor a los pobres.
Le pedimos al Señor, nos conceda siempre esperanza y confianza para aguardar y poder vislumbrar la manifestación del Señor en nuestras vidas. Dios está siempre con nosotros, no nos abandona, Él fecunda y otorga sentido a nuestras vidas.
Le damos gracias a Dios por los abuelos y pedimos por ellos. Son nuestras raíces, los que han realizado en nosotros la siembra de bien, verdad, fe, compromiso, solidaridad, justicia, etc. Estamos llamados a ser semilla, semilla de cambio y reino en el mundo que vivimos.
LOS ABUELOS SON EL PAN QUE ALIMENTA NUESTRAS VIDAS
Podemos decir que los abuelos y los mayores son el pan que alimenta nuestras vidas. Estemos agradecidos por sus ojos atentos, que se fijaron en nosotros, por sus rodillas, que nos acunaron, por sus manos, que nos acompañaron y alzaron, por haber jugado con nosotros y por las caricias con las que nos consolaron. Por favor, no nos olvidemos de ellos. Aliémonos con ellos. Aprendamos a detenernos, a reconocerlos, a escucharlos. No los descartemos nunca. Custodiémoslos con amor. Y aprendamos a compartir el tiempo con ellos. Saldremos mejores. Y, juntos, jóvenes y ancianos, nos saciaremos en la mesa del compartir, bendecida por Dios.”
Bien podemos afirmar: ¡Qué precioso es el valor de la familia, como lugar privilegiado para transmitir la fe y el amor de Dios y los abuelos son depositarios y con frecuencia testimonio de los valores fundamentales de la vida! Esta fiesta nos invita a crecer juntos, nuevas generaciones y adultos mayores: “Escuchémonos, dialoguemos, sostengámonos recíprocamente. No olvidemos a los abuelos y a los ancianos”. “Muchas veces, gracias a una caricia” de los abuelos y ancianos, “hemos vuelto a levantarnos, hemos reanudado el camino, nos henos sentido amados, sanados por dentro”. “Ellos se han sacrificado por nosotros y nosotros no podemos sacarlos de la agenda de nuestras prioridades. Hermanos, hermanas, crezcamos juntos, vayamos adelante juntos. El Señor bendecirá nuestro camino.
Hermanos y hermanas, en este día de júbilo, gratitud y esperanza pidamos a San Joaquín y santa Ana intercedan por todos los que componen esta comunidad parroquial: jóvenes, padres de familias, agentes pastorales, educadores…para que siempre haya entre ustedes comunión, unidad y solidaridad. Que aquella semillita surgida gracias a la fe y generosidad de aquellos vecinos pioneros y que hoy es un árbol frondoso siga creciendo y dando frutos de hermandad, caridad, justicia y paz.
Mons. Pedro Collar Noguera
Obispo, Diócesis de Ciudad del Este