Y hoy en la última cena ¿qué podemos descubrir como lo esencial en la vida de Jesús? Lo esencial ¿en qué consiste? son algunas de las interrogantes lanzadas por el obispo de Ciudad del Este, enfatizando que en cada misa se hace presente la vida de Jesús y que toda su existencia se resume en un amor sin límites. en su homilía transmitida por las redes sociales y los medios tradicionales de comunicación en la Misa del Jueves Santo.
A puertas cerradas, en el horario de las 19:00 y con un mínimo de concelebrantes, se desarrolló la Misa Vespertina de la Cena del Señor en la Catedral de Ciudad del Este, presidida por Mons. Guillermo Steckling, quien centro su homilía en la Eucaristía, el Orden Sagrado y el lavado de los pies. Toda la celebración fue transmitida por el facebook de la diócesis y los medios tradicionales de comunicación.
En esta oportunidad fue omitido el rito del lavado de los pies, no así los demás actos propios de la celebración del Jueves Santo.
A continuación la homilía completa del obispo de la diócesis:
Queridos hermanos y hermanas, querido Mons Alejandro y todos los presentes. Me dirijo especialmente a todos los que nos siguen gracias al servicio de los medios de comunicación.
Imagínese: una persona que llega al final de sus días nos va a contar su vida. Va a ser un relato largo. Sin embargo, en cada misa se hace presente toda la vida de Jesús, y no dura mucho más que en una hora. Ahí está todo, en esta hora.
Y hoy en la última cena ¿qué podemos descubrir como lo esencial en la vida de Jesús, qué es lo más importante para nosotros?
Si miramos una película del jueves santo, esto nos puede ayudar a imaginarnos cómo habrá sido. Sin embargo, también nos puede despistar – tal vez nos fijamos demasiado en cosas como la traición de Judas, o en las ceremonias de la época, o en el sentimiento de pérdida y despedida que invade a los amigos de Jesús y a su madre. Cosas que impresionan pero que todavía no tocan el misterio de la vida que Jesús pasó entre nosotros.
Lo esencial, ¿en qué consiste? En esta noche Jesús resume su vida en una sola cosa: toda su existencia es amor que no tiene límite. Un amor que va a superar incluso el pecado y la muerte porque aquí aflora el amor del mismo Dios. Lo escuchamos al inicio de de nuestro evangelio de hoy: “Él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin.”
Nos amó hasta fin, hasta el extremo. Y este amor se convertirá en comida y bebida para nosotros, será pan y vino de vida eterna, cuerpo y sangre del Hijo de Dios.
Para ver este misterio de otro ángulo podemos fijarnos todavía más en el evangelio de San Juan que hemos escuchado hoy. Es bien sabido que en San Juan el lavatorio de los pies reemplaza el relato de la última cena. Tres pasos podemos observar en el lavado de los pies: 1º, Jesús se quita su manto, su saco – se despoja del vestido de fiesta; 2º Jesús se a ata a la cintura una toalla, un delantal – como los cocineros, o los mozos; 3º así preparado, lava los pies de sus discípulos y los seca con la toalla.
Todo esto tiene un significado profundo. Vamos a fijarnos sólo en esto que Jesús se ciñe la toalla. Se puede interpretar así: Jesús, ciñéndose la armadura como los antiguos guerreros, debe ganar la batalla de la muerte. Jesús no lucha para no morir, sino para que su muerte sea redentora: su muerte es un servicio, una entrega libre, hecha por nosotros. Jesús se ciñe fuertemente para no morir odiando, sino amando. Todo esto dice lo mismo que la consagración y entrega del pan y del vino: mi muerte, dice el Señor Jesús, es entrega por ustedes, es amor y vida; no los separa de Dios sino es nueva alianza con él.
¿Cómo hacer vida la última cena? Jesús nos dice: Hagan esto en memoria mía. ¿Cómo asumir este breve resumen de toda la existencia de Jesús, que es la misa, en nuestra propia vida para que también ella sea entregada en amor?
Los sacerdotes somos los encargados de contar de nuevo esta misma historia – incluso de hacer presente al mismo Jesús. Porque él mismo tiene que estar presente y actuar para que algo cambie en el mundo. Felicitamos hoy a los sacerdotes que entregan su vida para que Jesús tenga una presencia viva entre nosotros.
Los sacerdotes y todos somos llamados a un servicio y una entrega generosos, libres, gratuitos. Esto no es muerte ni esclavitud sino es vida felicidad. Jesús nos encarga vivir y morir como él: Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque lo soy. Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes.
Los que atienden en estos días a los enfermos y a los necesitados de la pandemia hacen lo mismo que Jesús. Por lo menos espiritualmente comen el cuerpo de Cristo y lo hacen suyos, beben el vino de la sangre de Cristo y experimentan la alegría del Espíritu Santo.
Antes de lavar los pies a los demás, ¿cuáles son los mantos de los que nos tenemos que desprender y las toallas que nos tenemos que ceñir? Quitar mantos de elegancia y vanidad, poner toallas bienvenida y servicio… ¿Cuáles son los pies que tenemos que lavar?
El milagro de la eucaristía es la presencia real de Jesús en medio de nosotros, siendo maestro y siervo, cuestionamiento y consuelo, pan y vino … para caminar por el camino de la cruz hasta la vida eterna.
Amén.
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