Presentación de las lecturas
En la primera lectura el libro del Eclesiástico nos presenta los frutos que se recogen a partir de una convivencia de honra y obediencia de los hijos con relación a los padres.
El Salmo 127 alaba la felicidad de una familia que vive en el temor de Dios siguiendo sus caminos.
En la segunda lectura el Apóstol Pablo llama a los habitantes de Colosas a cultivar algunas virtudes como elegidos de Dios.
El Evangelio de Mateo nos presenta uno de los eventos de la Sagrada Familia, cuya responsabilidad de cuidado y protección se centra en el protagonismo de san José.
Comentario teológico-exegético
En todas las lecturas de hoy, podemos leer una Teología de la familia, en la que el libro del Eclesiástico se presenta como un resumen de un manual para la familia, en particular como observancia de las normas de convivencia ad intra y ad extra. Internamente, podemos rescatar de la lectura los aspectos positivos que son enmarcados a partir de la honra y obediencia a los padres; los frutos positivos son presentados como: expiar los pecados, acumular tesoros, encontrar alegría (Ecl 3,3-4), todo esto con un compromiso de escucha y obediencia de los hijos con los padres. Externamente, con relación a Dios, que es el complemento perfecto y esencial que debe acompañar a la honra a los padres (Ecl 3,7).
De la misma manera, el Salmo 127 representa la proclamación de la familia que sube a Jerusalén para cumplir con sus deberes judíos, por ello se encuentra ubicado entre los salmos que hacen parte del bloque de los salmos de las subidas (Sal120-134).
La segunda lectura se centra en la figura del elegido de Dios, la pluralización -como elegidos de Dios- (Col 3,12)de la exhortación a adquirir las diferentes virtudes a las que hace alusión el apóstol se refiere a una llamada electiva universal, con particularidad de que cada uno en su rol adquiera las virtudes y se revista del amor (Col 3,15), que luego viene a concretizarse en la convivencia familiar: «mujeres respeten a su marido (…) maridos amen a su mujer (…), hijos obedezcan siempre a sus padres (…) padres no exasperen a sus hijos…»(Col 3,20-21).
El Evangelio centrándose en la Sagrada Familia de Nazareth nos narra uno de los acontecimientos de la vida de José, María y Jesús, para quienes la clave para seguir con la misión es escuchar la voz de Dios que le habla en sueños a José (Mt 2,13), por lo tanto, escuchar y obedecer la voz de Dios es una forma de proteger a la familia de Nazareth, a fin de que pueda cumplir la misión que Dios le ha encomendado.
Aplicación pastoral
La familia es uno de los dones más preciados que Dios le ha concedido a la humanidad, pero de la cual solo unos pocos son conscientes de este regalo.
Es un don porque Dios mismo ha creado la familia con nuestros primeros padres, Adan y Eva, y si Dios ha hecho este regalo, Dios debe sostener a las familias, para ello, es de suma importancia no vivir al margen de Dios.
Una familia sin Dios no tiene sentido, porque al ser un don creado por Dios, Él es el único que puede sostener la familia, por eso hoy, al celebrar la fiesta de la Sagrada Familia, todas las lecturas destacan la convivencia de la familia con relación al temor de Dios, es decir, todas las lecturas que hemos escuchado basan la buena convivencia de la familia, fundamentado en el temor al Señor (Ecl 3,7; Sal 127; Col 3,15).
Por consiguiente con la narración de la huida a Egipto, la Sagrada Familia de Nazareth, en particular con la obediencia de José a la voz de Dios, una familia que escucha a Dios y obedece a Dios, siempre cumple bien el rol de la vocación de la familia. Pidamos a Dios, que su presencia en la familia sea la piedra viva que sostiene, motiva y encamina cada hogar en el mundo, de tal manera que imitemos que configuremos nuestras familias a la Sagrada Familia de Nazareth.
¡Sagrada Familia de Nazareth ruega por todas familias!
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Homilía: Fiesta de la Sagrada Familia de Nazareth
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diciembre 27, 2020diciembre 27, 2020