Homilía: “El liderazgo y la autoridad como servicios”

DOMINGO XXIX ORDINARIO CICLO B

El domingo pasado hemos vivido un día cívico ejemplar donde las votaciones se realizaron casi con normalidad en todos los puestos, con la salvedad de algunas pocas incidencias en lugares muy esporádicas. La ciudadanía ha demostrado su madurez cívica para elegir a sus representantes en la institución municipal.

Esperemos que las nuevas autoridades cumplan fielmente sus compromisos con el pueblo que las ha votado, administrando con justicia y equidad el bien común que se les ha confiado.

La palabra de Dios este domingo justamente nos invita a considerar como eje de reflexión la autoridad y el liderazgo entendidos como servicio.

La primera lectura, del libro del profeta Isaías (Is 53, 10-11), nos anticipa lo que significó para Jesús dar su propia vida en rescate por todos. El salvador será el Hijo de Dios, quien vino para servir, no para ser servido y dar su vida en rescate por muchos.

La segunda lectura, de la carta a los Hebreos (Hbr 4, 14-16), nos muestra la manera como Jesús se hizo nuestro siervo. Aceptó todos los sufrimientos de la condición humana; vivió una solidaridad completa con nosotros y de este modo adquirió de experiencia propia la capacidad de compadecerse por la humanidad. Gracias a su entrega generosa en la cruz fuimos salvados.

El Evangelio de san Marcos (Mc 10, 35-45) nos presenta a los discípulos ambicionando los puestos de honor: “concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria”. Jesús aprovecha la oportunidad para ilustrar que entre ellos las cosas debe ser totalmente distintas: “Ustedes saben que los gobernantes dominan las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos…”.

1- El liderazgo a la manera de Jesús

Considerando que el liderazgo ha sido tan mercantilizado en nuestros tiempos, podemos afirmar que el Señor nos ofrece una perspectiva totalmente diferente y novedosa: el liderazgo es entendido como entrega y compromiso. Jesús es capaz de darlo todo y darse a sí mismo. Para ilustrar la reflexión tengamos en cuenta dos maneras de enfocar el liderazgo: desde el mundo comercial y político como muchas veces está, y desde lo que Jesús nos enseña.

1° Como primer punto veamos lo que se suele entender por líder al margen del evangelio: “Ustedes saben que los gobernantes dominan las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad”. Es interesante que en la actualidad uno de los temas de formación más tratados en todo el mundo es el del liderazgo; esto es debido a la necesidad de una constante actualización de quienes ejercen algún papel de gobierno en las empresas y las instituciones de diversas naturalezas. En este sentido existen diversos cursos sobre liderazgos cuyo objetivo es optimizar el servicio para que los esfuerzos tengan resultados satisfactorios según un plan de trabajo empresarial o de gobierno institucional. Muchos de estos cursos se orientan hacia un perfil de líder como aquel a quien se debe obedecer; el jefe siempre es aquel que se impone con facilidad según el interés de las entidades. En una empresa se busca acrecentar el capital, y esto depende de cómo el líder actúa; en las instituciones se busca lograr introyectar programas eficaces que luego se convertirán en incuestionables. En todos estos modelos, el líder es el que está allí al frente de la entidad como alguien que impone, y a quien se obedece y se sirve. Esto se aplica con mucha naturalidad en las empresas, las instituciones educativas, los partidos políticos y de gobiernos, etc. Entender así el liderazgo no concuerda con el evangelio de hoy. Mientras “los gobernantes dominan… y hacen sentir su autoridad” el evangelio se platea las cosas de modo totalmente diferente.

2° En segundo lugar, veamos lo que es el liderazgo para Jesús. El evangelio de san Marcos deja constancia de una solicitud ingenua que presentan los hermanos Santiago y Juan: “Concede que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria”. Este pedido debió caer muy mal entre sus compañeros. Jesús aprovecha este incidente para dar una formidable lección de lo que son la autoridad y el liderazgo a la manera de Jesús.

Para dar esta lección importante para toda la vida humana, recuerda primero cómo ejercen el liderazgo los poderosos de este mundo quienes, a través de la imposición, someten a los demás. Ya tratamos este punto. Por el contrario, el liderazgo que Jesús propone a sus seguidores es a través del servicio: “El que quiera ser grande entre ustedes, que sea su servidor; y el que quiera ser el primero, que sea el esclavo de todos, así como el Hijo del hombre no ha venido a que lo sirvan, sino a servir y a dar su vida por la redención de todos”.

2- La autoridad como servicio

Toda autoridad se ejerce a través de un liderazgo y todo liderazgo debería practicarse con autoridad. Y esta autoridad, ¿cómo debe entenderse y practicar según el evangelio? Tratemos de aclarar esto a la luz de la Palabra de Dios. La segunda lectura que es de la Carta a los Hebreos nos presenta a Jesucristo como nuestro sumo sacerdote, pero un sacerdote que es al mismo tiempo víctima y altar. En otras palabras, Jesús como autoridad, líder y sacerdote se entrega en la cruz por toda la humanidad favoreciendo a todos con la posibilidad de reconciliarse con Dios.

Este compromiso total de Jesús es expresado de muchas maneras en el Nuevo Testamento: “el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas”; “no hay mayor prueba de amor que dar la vida por los amigo”, etc. Si tomamos en serio esta enseñanza – nos recuerda el evangelio de san Marcos – entre los discípulos no debe haber búsqueda de puestos y honores: “Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos…”.

Jesús al enterarse de la pretensión de sus apóstoles, nos da una cátedra para evitar caer en un grave error sobre el perfil de un líder o una autoridad.  El auténtico líder a la manera de Jesús no puede escalar puestos de forma mundana. Dos de los apóstoles, absorbidos por la mentalidad de que habrá un mesías con poder político terrenal, piden los primeros puestos. Jesús, conociendo la profundidad del corazón humano les dice que entre ellos no debe ser así y concluye con estas palabras: “al contrario, el que quiera ser grande que se haga servidor de ustedes y el que quiera ser el primero que se haga servidor de todos. Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud”

Con esto Jesús nos enseña que él es el modelo y la medida de toda verdadera autoridad. No sólo se trata de no buscar puestos de honor, sino hay que querer servir hasta dar su propia vida en rescate por otros. En cambio, los apóstoles buscaban y aspiraban a grandezas a la manera de muchos de nosotros cuando llegamos a ser autoridad en algo, y con cierta vergüenza digo que esta realidad se da también entre los consagrados.

Sin embargo, hay que reconocer que en la Iglesia y en las diversas instituciones existen autoridades cuyas gestiones son ejemplares según lo que nos enseña la Liturgia de la Palabra el día de hoy.

Conclusión

Dice el papa Francisco en una de sus reflexiones: “Jesús tenía autoridad porque era coherente entre lo que enseñaba y lo que hacía”. Al concluir esta reflexión, acudimos con fe a Dios para que nos conceda esa gracia que es necesaria para que todos busquemos vivir la autoridad y el liderazgo en coherencia con nuestra fe, con actitud de servicio al prójimo, así como el Hijo de Dios que “vino no para ser servido sino para servir y dar su vida en rescate por muchos”. Pidamos a Dios por nuestras nuevas autoridades para que verdaderamente busquen servir al pueblo que les confío su voto.

Por: Pbro. Ángel Collar