“Hoy tengo que alojarme en tu casa”
Cuando comprendemos que Dios ha creado todo y que Él está en todo, el entendimiento se abre y se deja iluminar por esa luz que viene del Espíritu Santo que santifica la mente y el corazón, uno de los salmos canta diciendo: “Los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento declara lo que sus manos han hecho. Un día le cuenta a otro este mensaje y cada noche a la siguiente” (Sal 19, 1-2).
Las lecturas que hoy nos presenta la liturgia de la palabra, nos ayuda a reconocer que toda la creación fue hecha por las manos de Dios para que el hombre lo administrara con sabiduría y al mismo tiempo somos invitados a vivir nuestra vocación de santidad luchando con perseverancia contra el enemigo.
La primera lectura del libro de la Sabiduría (Sab 11, 22—12, 2) nos hace comprender que todo es obra del amor que procede de Dios. Es un pasaje que expresa lo que hay en el corazón de Dios: “Te compadeces de todo porque todo lo puedes, cierra los ojos a los pecados de los hombres para que se arrepientan. Amas a todos los seres y no odias nada de lo que has hecho”.
San Pablo en la segunda lectura (2Tes 1, 11—2, 2) dirigiéndose a los tesalonicenses, habla del cumplimiento del llamado de Dios: “siempre rezamos por ustedes para que nuestro Dios les considere digno de la vocación, para que con su fuerza les permita cumplir los buenos deseos y la tarea de la fe…”
El evangelista Lucas (Lc 19, 1- 10), nos presenta el episodio de Zaqueo un jefe de publicanos y rico, con su peculiar característica física porque era de baja estatura que le dificultaba ver a Jesús entre la multitud; por eso se subió en un árbol para divisarle mejor, Jesús al mirar arriba vio a Zaqueo en la higuera y le dijo: “Zaqueo baja enseguida porque hoy tengo que alojarme en tu casa”.
1- Todo fue creado por Él y para Él
La primera lectura nos presenta toda una espiritualidad de la creación donde encontramos varios elementos que nos ayudan a considerar la realidad como algo perteneciente a Dios que confía al hombre para que lo administre.
1º. La grandiosidad de Dios y la pequeñez del hombre creatura: El primer aspecto de esta espiritualidad está en reconocer la gran diferencia entre el Dios infinito y la contingencia de toda la creación, en decir, la finitud del orden creado, por impresionante o grande que parezca el universo. Hoy sabemos que el universo es grande y para nuestra corta inteligencia, el espacio es infinito. Con la ayuda de modernos y potentes telescopios, los astrónomos descubren nuevas galaxias y parecería que el universo no tiene fronteras. Aunque estas realidades cosmológicas nos impresionan, son nada si las comparamos con lo grandiosos que es su creador, es decir, la infinitud de Dios. Por eso leemos hoy en el libro de la Sabiduría: “El mundo entero es como un grano de arena en la balanza, como gota de rocío mañanero que cae sobre la tierra”. Por lo tanto nadie puede decir que Dios es una idea fruto de la ignorancia de un mundo pre-científico, porque Él es el creador de todo y está en todo.
2º. El amor de un Dios Padre misericordioso: El segundo elemento de la espiritualidad de la creación es el amor que explica esta maravillosa energía que no para de crear y sostener en la existencia: “Tú amas todo cuanto existe y no aborreces nada de lo que has hecho; pues si hubieras aborrecido alguna cosa, no la habrías creado”. Todo fue creado bueno por Dios, y existe para su mayor gloria y alabanza y la felicidad del hombre creatura imagen y semejanza de Dios. Esto encierra una enorme responsabilidad de parte del hombre que puede destruir todo con la explotación y la depredación de los recursos naturales. El hombre es simple administrador de todo lo creado. Es necesario dejar una buena herencia para la próxima generación. El Papa Francisco preocupado por el planeta, publico “Laudato Sí” donde hace un llamado a toda la humanidad para el cuidado del planeta.
3º. Dios está presente en todo lo creado: una espiritualidad de la creación requiere reconocer y conocer la presencia de Dios en todas las creaturas, dándoles el ser y conservándolas: “¿Cómo podrían seguir existiendo las cosas, si tú no lo quisieras? ¿Cómo se conservaría, si tú no lo hubieras llamado a la existencia?”. “Tu espíritu incorruptible está en todas las cosas”. Dios al crear, también lo sostiene en la creación con su presencia providente en cada ser creado.
4º. La misericordia de Dios: finalmente, una espiritualidad que guarda relación con la creación requiere de la misericordia de Dios. La misericordia es algo necesario debido a presencia del pecado como posibilidad destructora a través del mal uso de la libertad humana buscando otros fines ajenas a la voluntad de Dios. Todo fue creado por Él y para él dice la carta de Pablo a los colosenses (Col 1, 16).
La primera lectura expresa la relación de un Dios bueno y Santo que crea todo por amor y el hombre corrompido por el pecado: “Te compadeces de todos, y aunque puedes destruirlo todo, aparentas no ver los pecados de los hombres, para darles ocasión de arrepentirse”. “Tú perdonas a todos, porque todos son tuyos, Señor, que amas la vida”. “Por eso a los que caen, los vas corrigiendo poco a poco, los reprendes y les traes a la memoria sus pecados, para que se arrepientan de sus maldades y crean en ti, Señor”.
2- La gracia desplaza al pecado
El evangelio de san Lucas nos cuenta la situación de un jefe de los publicanos llamado Zaqueo que tuvo la curiosidad y la intención de ver a Jesús, este deseo de conocer que tuvo en su corazón fue cumplida gracia al interés que tiene el Hijo de Dios que vino para salvar y entregar su vida en rescate por muchos.
Jesús en su peregrinación, llegado a un punto, alza la mirada, al instante divisa a un hombre que está por la rama de una higuera, entonces dijo: “Zaqueo, baja enseguida porque hoy tengo que alojarme en tu casa”.
En la antigüedad, el hecho de ser recibido en casa de una persona era más importante de lo que pueda significar hoy. Se trataba, de establecer una relación de hospitalidad duradera. Y como es natural, la gente queda extrañada ante esta iniciativa de Jesús. Dice el evangelio: “Al ver esto, todos murmuraban diciendo: ha entrado a hospedarse en casa de un pecador”. Jesús, que es la manifestación del Padre, quiere entrar en nuestras vidas, quiere compartir nuestra cotidianidad, quiere participar de nuestros gozos y esperanzas, y también de nuestras frustraciones y luchas. Él está más que interesado por nosotros.
La iniciativa de Jesús se muestra fecunda, porque provoca una conversión radical en Zaqueo. La generosidad de Jesús abre el corazón este hombre rico que dijo: “Mira la mitad de mis bienes, Señor se la doy a los pobres; y si de algunos me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más”. Zaqueo, cuya motivación inicial para acercarse a Jesús había sido la curiosidad, experimenta una transformación radical. Las palabras de Jesús tocan las fibras más hondas de su ser y decide expresar con hechos concretos su voluntad de cambio.
Conclusión
Al contemplar este domingo la palabra de Dios, descubrimos que Dios es todo en todo y que toda la creación fue hecha con amor por sus manos, para que los hombres tengan lo necesario en la vida y como un buen administrador transformar la naturaleza para el bienestar; al mismo tiempo, la figura de Zaqueo –pecador y publicano– nos recuerda que mientras haya intención de mejorar cumpliendo el requisito del evangelio, es decir, permitiendo a Jesús que entre como huésped en nuestro corazón, habrá siempre la oportunidad de cambiar nuestras vidas: “Zaqueo –el nombre de Zaqueo significa puro, inocente– hoy tengo que hospedarme en tu casa”, él aceptó, y grande fue el cambio en su vida.
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