Cuarto Domingo de Cuaresma

“La alegría del perdón”

El viernes pasado hemos acompañado una conmovedora y profunda ceremonia donde el Papa Francisco consagró Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de la Santísima Virgen María. El pontífice acentuó la necesidad de la paz entre estos países y en el mundo entero, recordando que no debemos olvidar las tragedias de las ultimas guerras que sufrió la humanidad. Es necesario aprender del pasado para no volver a cometer esos errores de la guerra que traen muchas destrucciones y desánimo. A pesar del dolor generado por los conflictos y problemas que afecta todo el planeta, hoy con el cuarto domingo de cuaresma, llegamos a la mitad del tiempo cuaresmal y al llamado domingo de la alegría. Leemos en la antífona de entrada: “Alégrate Jerusalén y congréguense todos los que la aman, desborden de alegría los que estaban tristes, vengan a saciarnos con su felicidad”. La alegría que plantea la liturgia de este domingo consiste en recibir gratuitamente la misericordia de Dios.

La primera lectura es del libro de Josué (Jo 5, 9a.10-12) y nos habla de la entrada del pueblo judío en la tierra prometida al final de un largo camino por el desierto. “Hoy les he despojado del oprobio de Egipto. Los Israelitas acamparon en Guilgal y celebraron la pascua…”.

La segunda lectura, de la carta de Pablo a los Corintios (2 Cor 5, 17-21), nos habla de la misericordia de Dios que reconcilió consigo el mundo en Cristo Jesús. “hermanos, el que vive en Cristo en una nueva criatura: lo antiguo ha desaparecido, un ser nuevo se ha hecho presente… Dios el que estaba en Cristo, [estuvo] reconciliando al mundo consigo”.

El evangelio de san Lucas (Lc 15, 1-3.11-32) nos presenta la parábola del padre misericordioso que perdona al hijo arrepentido de malgastar la fortuna que le correspondía.

1- La misericordia del Padre

Dice el evangelio de san Lucas, “Padre dame la parte de la fortuna que me corresponde”. La parábola nos presenta a un padre que respeta plenamente la voluntad de su hijo, aunque esta vaya contra el deseo del padre. El padre no se opone al pedido del hijo menor dividiendo la herencia entre los hijos. Éste se marcha de la casa malgastando toda su fortuna hasta experimentar el hambre y la escasez. Solo entonces, arrepentido de lo que hizo, decide volver a casa.

Esta parábola transmite un mensaje lleno de amor y esperanza si miramos la actitud del padre que espera el regreso de su hijo que se ha marchado; no hay señal de recriminación en él, ni toma represalias contra el hijo; todo lo contrario, organiza una fiesta para darle su bienvenida.

El verdadero rostro de Dios es el de un padre misericordioso que comparte su vida con nosotros y que espera nuestro regreso a Él si es que nos hemos apartado de Él por una decisión equivocada, usando mal nuestra libertad.

La fe en un Padre misericordioso nos da la fortaleza necesaria para mirar el futuro con optimismo buscando una triple reconciliación: con nosotros mismos, sanando las heridas de los resentimientos, envidias, orgullos, vanaglorias; con los hermanos buscando la paz; con Dios reorientando nuestra vida según los valores humanos y evangélicos. “Dios no se cansa de perdonarnos, nosotros nos cansamos de pedir perdón”. Nuestra mayor alegría es recibir el perdón de Dios, padre misericordioso.

2- El arrepentimiento del hijo

La oración “yo pecador” expresa lo que es el arrepentimiento: “… he pecado mucho… arrepentido de todos mis pecados os pido a vosotros hermanos que intercedan por mi ante Dios…”. El acto de arrepentimiento significa que la persona siente dolor de haber hecho o dejado de hacer alguna cosa.

El hijo menor recibió su herencia: la vida, la juventud, la salud, el tiempo, la inteligencia y la riqueza que le proporcionó su padre. Se alejó de su casa y fue a un país lejano a malgastar todo hasta sentir hambre. Se puso entonces a reflexionar: “…volveré a mi padre y le diré: padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo…”.

Esta parábola es el reflejo de tantos seres humanos que buscan construir su vida, su historia, su familia, al margen de Dios Padre. Muchos le quieren excluir de sus vidas porque consideran a Dios como el aguafiestas que dificulta la libertad poniendo muchas restricciones con sus mandamientos. El papa Francisco durante la ceremonia de consagración de Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María, recuerda que la exclusión de Dios Padre de nuestras vidas nos lleva a una actitud destructiva. Es necesario volver a Dios que quiere ver al hombre tener vida y vida en abundancia.

El hijo menor después de su profunda conversión vuelve a su casa donde su padre lo recibe con una gran fiesta. “Hay mayor alegría en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse”.

Conclusión

San Agustín de Hipona en una de sus frases célebres dice: “No tardes en convertirte al Señor. Estas palabras no son mías, pero son también mías; si las amo, son mías; amadlas, y serán vuestras”.

La cuaresma es el tiempo de reconciliación y conversión, de volver a Dios al igual que el hijo menor del evangelio. La alegría que sentimos proviene de la apertura de Dios Padre misericordioso que siempre recibe con gozo al pecador arrepentido. “Nuestro gozo está en la misericordia del padre misericordioso que espera siempre la vuelta del hijo que se ha marchado”. Arrepintámonos y volvamos a la casa del Padre “para vivir según Cristo como nueva criatura”, vestidos con la gracia que nos renueva. Respondamos con alegría a la oportunidad que nos otorga el Padre de la misericordia.

Ciudad del Este, 26 de marzo de 2022

Comunicación y prensa, Diócesis de Ciudad del Este