CUARTO DOMINGO ORDINARIO CICLO A

El amor generoso de Dios

HOMILÍA

La liturgia de la palabra nos presenta hoy una rumbo para avanzar en la comprensión del amor generoso de Dios; es un amor que no tiene frontera y abraza a todos aquellos que le reciben en su mente y en su corazón.

La primera lectura, del profeta Jeremías (Jer 1,5-5.17-19), se refiere a un Dios que asegura al profeta su asistencia, su ayuda: “Lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte —oráculo del Señor—”.

La segunda lectura (1Cor 12, 31; 13,13) es un fragmento muy bello de san Pablo: el elogio de la caridad. “Si hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, pero no tengo amor, no sería más que un metal que resuena o un címbalo que aturde…” Entre las virtudes teologales fe, esperanza y amor, la más grande es el amor.

El evangelio de Lucas (Lc 4, 21-30), es la continuación de lo que leímos el domingo pasado: el episodio de Jesús en la sinagoga de Nazaret, que termina de manera dramática. “En aquel tiempo, Jesús comenzó a decir en la sinagoga: ‘Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír’… Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino”.

1- El amor egoísta y posesivo

Ante la Buena Noticia presentada en la sinagoga, el auditorio de Jesús asume tres actitudes sucesivas. Primero escuchan el mensaje con atención y lo aprueban: “En aquel tiempo, Jesús comenzó a decir en la sinagoga: ‘Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír’. Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca”; en segundo lugar, ponen en duda su identidad de profeta enviado por Dios: “¿No es este el hijo de José?”; y en tercer lugar, lo rechazan: “Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo”.

Los contemporáneos de Jesús se molestaron porque tenían la mente y el corazón muy condicionados por un amor egoísta y posesivo.

Jesús para ilustrar sus enseñanzas sobre la generosidad de Dios, presenta a dos ejemplos del Antiguo Testamento, los profetas Elías y Eliseo. Elías fue auxiliado por una viuda de Sarepta. “Puedo asegurar que en Israel había muchas viudas en los días de Elías…; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta” y en tiempo de Eliseo “muchos leprosos había en Israel…, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, el sirio”. El auditorio se molesta con los ejemplos y desaprueba la enseñanza, por tanto, “lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo”. La actitud de Jesús reflejada en el evangelio de hoy, pretende hacer comprender a sus paisanos que deben renunciar a una actitud posesiva y aceptar abrir sus corazones a la dimensión universal del plan de Dios. No deben quererlo todo para ellos, no deben buscar recibir, sino dar. Y deben sentirse honrados por tener entre ellos a un pariente y amigo que pone toda su generosidad al servicio de la humanidad.

Desgraciadamente, los ciudadanos de Nazaret no aceptan estas enseñanzas de Jesús. Es más: al ver desenmascaradas sus intenciones secretas, se indignan contra Él.

Al verse contrariada la tendencia posesiva, se transforma en una actitud de odio y cae en una agresividad tremenda, como se observa en tantos casos de la vida cotidiana. Por ejemplo, cuando un amor posesivo se ve contrariado, puede volverse agresivo, o hasta criminal. Así pasó en la escena del evangelio, ellos al no aceptar la generosidad de Dios que manifiesta su amor a través de su Hijo Jesucristo, se dejaron llevar al desprecio por él y por su enseñanza.

2- El amor autentico

San Pablo en la segunda lectura nos exhorta sobre el amor autentico. Los corintios estaban más interesados en tener carismas, es decir, dones excepcionales, que en vivir en la caridad. Habían recibido el Espíritu Santo, que los colmó de todo tipo de dones, pero deseaban tener los carismas más extraordinarios, en particular el don de lenguas y el de la profecía; el don que más ambicionaban era el don de lenguas.

Sin embargo, la lectura nos pone en guardia ante las ambiciones de tener carismas excepcionales y llamativos. Ante esto nos propone el mejor camino que es el camino del amor.

Sin amor, sin caridad, ni siquiera los carismas más grandes no valen nada, “Ambicionad los carismas mayores. Y aún les voy a mostrar un camino más excelente. Si hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, pero no tengo amor, no sería más que un metal que resuena o un címbalo que aturde”. Por tanto, cualquier acto de la naturaleza que sea, si no se hace con amor autentico nada es. Un amor autentico está cimentada sobre la generosidad, hacer el bien sin mirar a quien y sin esperar recompensa, estar abierto para las buenas obras para con todos.

San Pablo explica: si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden. “Podía tener el don de predicación y conocer todos los secretos y todo el saber, podría tener fe como para mover montañas; si no tengo amor, no soy nada”. De lo que habla la segunda lectura es del amor generoso que viene de Dios. San Pablo elogia al auténtico amor que procede del corazón de Dios, pasa por el Hijo y llega cada discípulo y misionero de Jesús. El amor es paciente, benigno, no envidioso, no orgulloso, desinteresado; el amor no se irrita, no lleva cuentas del mal recibido, sino que se complace en la verdad; lo cubre todo, lo cree todo, lo espera todo, lo soporta todo. El amor dura por siempre, en cambio los dones duran un periodo determinado. El amor anima continuamente la vida del bautizado en Cristo; todo lo que se hace, se debe hacer por amor.

Conclusión

Las lecturas nos enseñan sobre la generosidad del amor autentico. El evangelio alerta contra la posesividad, que es contraria al amor generoso invitándonos a tener un corazón abierto y generoso. La segunda lectura nos exhorta a vivir en el amor, sin otras ambiciones. Total, los dones, carismas y servicios sólo tienen valor si nacen de un amor autentico y se ejercen con actitud humilde en unidad y comunión eclesial.P

Pbro. Ángel Collar

Oficina de Comunicaciones y prensa, Diócesis de CDE