Habitar mi tierra, conocer mi territorio existencial

Por: Hna. Rosanna Báez (PHSF)

A pedido del Papa Francisco, estamos viviendo el Tiempo de la Creación que inició el 01 de setiembre y que finaliza el 4 de octubre, en memoria de san Francisco de Asís. En este período, los cristianos renuevan en todo el mundo su fe en Dios creador y se unen de manera especial en la oración y tarea a favor de la defensa de la casa común.

En este marco quisiera tomar los puntos esenciales del mensaje del Papa para esa ocasión , desde ella reflexionar, qué significa el cuidado de la tierra; te invito a reconocer que nuestra vida es creación, es esa tierra que debemos cuidar, la tierra que debemos habitar, recorrer el territorio existencial. La Pandemia ha llegado sin aviso, llena de improvisaciones, nos introdujo en un proceso de aprendizajes, cuando pensábamos que ya sabíamos mucho, nos dimos cuenta que aún nos queda por aprender, empezando por lo más cotidiano. Nos obligó a detenernos, a habitar nuestros espacios vitales, esenciales, nuestro mundo personal, de relaciones, a revisar nuestros vínculos. Podemos ver que la Pandemia es un desafío ético, que nos lleva al encuentro con el otro, es una experiencia ética, porque es un encuentro de valor. No es sólo un hecho, es principalmente una experiencia que desafía nuestra libertad.

El tema elegido para el tiempo de la creación es “JUBILEO DE LA TIERRA», en la Sagrada Escritura, el Jubileo es un tiempo sagrado para recordar, regresar, descansar, reparar y alegrarse.

Quiero invitarte a mirar este tiempo de Pandemia como tu jubileo, como tu tiempo sagrado, para habitar tu tierra, tu territorio existencial, desde el recuerdo, el regreso, el descanso, la reparación y la alegría. Habitar tu tierra no es otra cosa que asumir que eres el protagonista y responsable de tu vida, el Papa Francisco dijo: “Estamos invitados a recordar sobre todo que el destino último de la creación es entrar en el “sábado eterno” de Dios. Es un viaje que se desarrolla en el tiempo”, un tiempo de gracia para hacer memoria de la vocación original de la creación con vistas a ser y prosperar como comunidad de amor. Existimos sólo a través de las relaciones: con Dios creador, con los hermanos y hermanas como miembros de una familia común, y con todas las criaturas que habitan nuestra misma casa” (LS, 92).

“Recordar” es pasar por el corazón, es el ejercicio de poner en movimiento una de las capacidades cognitivas de la persona, “la memoria”, y es importante recordar; de dónde venimos, todos tenemos una génesis, un origen, la vida nos fue dada por un Ser Creador, con la colaboración de otros, nuestros padres, habitar mi tierra es recorrer mi historia personal, es reconocer que ese es, mi territorio existencial, es el mapa recorrido hasta ahora con otros, que hacen parte de mi vida.

El otro movimiento es el “regreso” dice el Papa: “Hemos roto los lazos que nos unían al Creador, a los demás seres humanos y al resto de la creación. Necesitamos sanar estas relaciones dañadas, que son esenciales para sostenernos a nosotros mismos y a todo el entramado de la vida. El Jubileo es un tiempo para volver a Dios, nuestro creador amoroso. No se puede vivir en armonía con la creación sin estar en paz con el Creador, fuente y origen de todas las cosas”.

Al recorrer tu mapa existencial, haciendo memoria te encuentras con rostros, miradas, gestos de personas que han recorrido contigo ese territorio, algunos ya no están, otros siguen caminando contigo, el recuerdo invita necesariamente a regresar a ese lugar, con esas personas, a esos acontecimientos en los que quizás hubo daño, una herida que te han hecho o que hiciste; regresar es volver a tocar la herida, el dolor, el sufrimiento pero, es una invitación a sanar y en el proceso de sanación vuelve el dolor, tan importante para poder reconciliar y restablecer el vínculo, desde el encuentro con aquello o aquella persona que me hizo daño y así dar el siguiente paso.

“Descansar”, la carta nos indica que: “Se pudo comprobar cómo la Tierra es capaz de recuperarse si la dejamos descansar: el aire se ha vuelto más limpio, las aguas más transparentes, las especies animales han regresado a muchos lugares de donde habían desaparecido. La pandemia nos ha llevado a una encrucijada. Necesitamos aprovechar este momento decisivo para acabar con actividades y propósitos superfluos y destructivos, y para cultivar valores, vínculos y proyectos generativos”

El recorrido por el territorio existencial cansa, porque vas transitando tu tierra, muchas veces cargando con una mochila que lleva pesos que no son todos tuyos, la pandemia nos obliga a “quedarnos en casa”, habitar nuestra tierra, recuperar fuerzas, darnos cuenta de que vamos transitando la vida, la historia de forma automática, sin parar para contemplar la Vida, que fluye a través de los pequeños detalles, gestos, palabras de las personas con quienes compartimos lo cotidiano, vino a enseñarnos que debemos volver a pensar, discernir, elegir, decidir quedarnos con aquello que es esencial, aquello que hoy es lo único que necesito para vivir.

En todo proceso humano de sanación e integración de la historia personal es necesario “reparar”; dice el Papa: “es un momento para reparar la armonía original de la creación y sanar las relaciones humanas perjudicadas. Nos invita a restablecer relaciones sociales equitativas, restituyendo la libertad y la propiedad a cada uno y perdonando las deudas de los demás. Es igualmente necesario reparar la tierra.” Es necesario reparar nuestra tierra, nuestro territorio sin duda, pero también debemos reparar daños en la tierra de los otros, volver a los vínculos sanos, hoy tan necesario dado que estamos viviendo una paradoja, que para vivir debemos aislarnos, pero es importante reconocer el límite, la frontera, las murallas que hemos trazado y levantado ante la otra persona por no querer dar a cada uno lo que le corresponde, por creer que aquí solo yo tengo razón, en ese vínculo roto hay más de una persona herida, y es importante reestablecer las relaciones, sentir que debo perdonar y ser perdonado.

Es maravilloso contemplar el recorrido en este proceso tan humano, y desde esta mirada amorosa reconocer que establecemos una relación con la creación, en la que se vive una experiencia teologal, que nos lleva a la última palabra clave de esta carta, que es “alegrarse”, “Alegrémonos porque, en su amor, el Creador apoya nuestros humildes esfuerzos por la Tierra. Esta es también la casa de Dios, donde su Palabra «se hizo carne y habitó entre nosotros» (Jn 1,14)”. Si Dios quiso habitar nuestra tierra, por qué nosotros no vamos a querer habitar. Acoger esta pandemia en clave de oportunidad, para reestablecer el orden en mi propia tierra, es gozar, alegrarnos, celebrar, esta nueva posibilidad de abrirnos a reconocer que necesitamos del otro, necesitamos ser acompañados en este recorrido del proceso, pero con la certeza que es experiencia de Dios, es un movimiento tan humano como divino, es Fe, y la Fe se vive en compañía, es en armonía que Dios actúa en mi historia.

Celebremos nuestro Jubileo de la tierra, habitando nuestra tierra, recorriendo con gratitud nuestro territorio existencial.

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