“La sabiduría estimada por Dios”

Introducción
Estamos aun respirando el aire de las fiestas navideñas, mientras un nuevo año se inicia con una expectativa mesclada entre esperanzas e incertidumbres. Esperanzas porque es el comienzo de un nuevo año repleto de ilusiones y buenos propósitos en el corazón de cada ser humano, deseoso de llevar adelante los ideales de prosperidad, éxitos y felicidad; pero al mismo tiempo, el año 2021 está marcado por la incertidumbre generada a raíz de la pandemia que sigue azotando a muchos sectores del mundo donde se espera ansioso la llegada de la vacuna para aliviar el flagelo.
En este contexto de esperanzas  incertidumbre, seguimos contemplando a Jesús el Hijo de Dios que nació en Belén como una criatura débil y candorosa haciéndose uno de nosotros para mostrarnos que el camino a la casa del Padre Dios es la sencillez y la humildad. La palabra de Dios, nos presenta hoy a la Sabiduría estimada por Dios como anuncio de la encarnación del Verbo que existe desde siempre.
La primera lectura del libro de Sirácides nos presenta la Sabiduría como una realidad todavía nebulosa identificándose con el Hijo de Dios existente desde la eternidad (Eclo 24, 1-2. 8-12): “La sabiduría hace su propia alabanza, encuentra su honor en Dios y se gloría en medio de su pueblo…” “Desde el principio, antes de los siglos, me creó, y nunca más dejaré de existir…”.
La segunda lectura, la carta de san Pablo a los Efesios (Ef 1, 3-6. 15-18) ilustra que en Cristo el Verbo encarnado, o más bien en la sabiduría Divina, somos todos bendecidos: “Bendito sea el Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos. Él nos eligió en Cristo, antes de la fundación del mundo para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor…”
El Evangelio de san Juan (Jn 1, 1-18) es un hermoso desarrollo cristológico que ilustra varios aspectos sobre la identidad del Hijo, el Verbo de Dios: “Él estaba en el principio junto a Dios. Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió”
1- La sabiduría amada por Dios
Ante la reciente celebración del nacimiento de Jesús el pasado 25 de diciembre, las lecturas nos presentan a la Sabiduría como personificación del Hijo de Dios. Antes que nada hay que mencionar que la Sagrada Escritura no identifica la sabiduría con el cúmulo de conocimientos, ni con la agilidad mental –en otros términos la sagacidad- , ni con la capacidad de la memoria para retener los datos recibidos recordando después en el tiempo, tampoco con los cúmulos de títulos profesionales, todo esta está bien pero la sabiduría estimada por Dios trasciende todo. La sabiduría en la Sagrada escritura se identifica con una Persona, la persona del Hijo de Dios “Desde el principio, antes de los siglos, me creó, y nunca más dejaré de existir”, es decir la sabiduría es aquella que existió desde siempre y para siempre y estableció su morada entre nosotros, “Pon tu tienda en Jacob, y fija tu heredad en Israel”.
La sabiduría de Dios estableció su morada entre nosotros haciéndose hombre que vino a traer la luz de la verdad, de la justicia, de la libertad, la salud, etc. Así, al llegar el tiempo establecido y anunciado por los profetas  del Antiguo Testamento, Él fijó su morada en su Iglesia pueblo de Dios peregrina en la tierra. “Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo”. «Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo». En el Evangelio de Juan Jesús nos recuerda “Sí alguno me ama guardará mi palabra, y mi padre le amará y vendremos a él y haremos morada en él” (Jn 14, 23), el que ama a Dios cumple el primer mandamiento y tiene a Dios en su corazón y es iluminado por la Sabiduría.
2- El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre
Dios se hizo hombre para que el hombre se santifique. Decíamos al principio de la reflexión que este nuevo año que arranca, está marcada de esperanzas y temores; analizando la realidad que envuelva a la humanidad, encontramos tantas cosas y situaciones desgarradoras: solamente en nuestro país Paraguay, vemos las publicaciones de tantas víctimas a causa de la pandemia, el feminicidio de la semana, las diversas necesidades y reclamos de muchas gentes que pasan necesidades, el gran incendio de la chacharita en la ciudad de Asunción, los reclamos de los médicos por la falta de insumos y  la inconciencia de las gentes ante el peligro inminente del convid-19, la constante injusticia en nuestro país, la impunidad, el secuestro que aqueja a las víctimas sin resultados favorables hasta ahora, la legalización del aborto en el vecino país Argentina… y muchas otras situaciones.
Sin embargo, Jesús nació para traer la paz, la luz, la sabiduría estimada por Dios de tal manera que en el corazón de cada ser humano brille el amor, el respeto, la caridad, la solidaridad, la fraternidad y en nuestra sociedad reine la justicia imparcial para todos, la equidad en los bienes públicos, el buen ejercicio de las funciones públicas.
La sabiduría de Dios viene para establecer su morada entre nosotros, para vivir en nuestros corazones, para iluminar con su luz las mentes de los hombres y la paz en las relaciones personales y familiares. Nos dice la segunda lectura en la carta de san Pablo a los cristianos de Éfeso “El Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo, e ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos”, la sabiduría se acampa entre nosotros para santificarnos en Él y a través de Él.
Conclusión
Decía San Agustín de Hipona “El Verbo se hizo carne para que de esta forma la carne participe del Verbo” ; Jesús el Hijo de Dios, la sabiduría estimada por Dios se hizo carne para estar con nosotros y nosotros con él. “Por ti se hizo Cristo temporal, para que tú seas eterno” (San Agustín).
Amemos la sabiduría verdadera, aquella que se hizo hombre y habitó entre nosotros, amemos al Verbo de Dios presente en los sacramentos testimoniando en la vida concreta estimando, amemos a Jesús presente en los hermanos más necesitados. Compartamos con Jesús su naturaleza divina que tiene rebosante para todos aquellos que lo ama de verdad, así como Él comparte nuestra naturaleza humana.
Que este año 2021 nos traiga más esperanza, porvenir, bendiciones y realización de los buenos propósitos iluminado por la luz de la sabiduría eterna.
Pbro. Angel Collar