Apreciados hermanos y hermanas en la fe
De mi mayor estima en el Señor
Continuando con la idea de confortarlos en la fe la esperanza y la caridad, quisiera llamar vuestra atención para contemplar a María Madre Santísima modelo de obediencia a Dios, Ella nos invita a escuchar y obedecer a su Hijo “Hagan todo lo él les diga” (Jn 2, 1-12).
Miren, contemplen a María en su actitud de fe, amor, fidelidad y obediencia a Dios en todo momento. Ella al igual que nosotros sintió en su carne el sufrimiento, la incertidumbre y la incomprensión en varios momentos de su vida, por ejemplo, con el nacimiento de su Hijo en el portal de Belén; también habrá sido muy desgarrador para ella huir hasta Egipto para proteger al Niño de la amenaza asesina de Herodes. El dolor de María habrá sido mayor aún, al seguir a su Hijo de cerca en su pasión y muerte en cruz. Ante todo eso, Ella se mantuvo firme y fiel en la misión que Dios le confió; lo dice todo con su silencio, “pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón” (Lucas 2,19).
Hermanos y hermanas, que María la Madre de Jesús, guie nuestros pasos para caminar firmes en la fe testimoniando la caridad como verdaderos hermanos, hijos de un mismo Padre. Tengan dispuestos el corazón y la mente para que nuestra Santa Madre María con su gracia e intercesión proteja, bendiga e ilumine vuestro caminar como miembros de la Iglesia Pueblo de Dios (LG 9) que peregrina en la historia con la mirada puesta a la patria eterna, la Jerusalén celestial.
No olvidemos que la débil naturaleza humana está expuesta a la corrupción y a la enfermedad tanto espiritual y corporal; por lo tanto, se necesita del apoyo maternal de Nuestra Madre María Santísima para sobrellevar la vida, los compromisos y el testimonio de la fe, la esperanza y el amor. Que Ella con su intercesión les proteja de todo peligro, sobre todo los ocasionados por el covid-19 y, en particular les conceda fortaleza para no caer en la tentación y en el mal del pecado que quiere apartarlos de Dios.
Por otro lado, consideren que un buen hijo, siempre necesita de la bendición de su madre. En este sentido, imploramos la bendición maternal de nuestra madre María Santísima, que ella con su gracia derrame abundantes frutos de bendición sobre todos y que estas bendiciones llenen el corazón y el hogar de las familias necesitadas de fortaleza en la fe, afecto, amor, atención, solidaridad y perdón.
Todos ustedes poseen muchas riquezas humanas y cristianas, tales como humildad, sencillez, solidaridad, fraternidad, disponibilidad, voluntad, servicialidad, bondad, amabilidad, etc. Todas estas cualidades y muchas otras necesitan una luz superior para su plena manifestación. En todo momento la sociedad necesita de personas que maduran en actitudes humanas y cristianas, sin embargo, para vivir cristianamente se necesita el auxilio de la gracia, la luz del Espíritu Santo. Por eso invito a todos a una actitud de oración a María Santísima. Que por su íntercesión todos reciban esa luz que ilumina la mente y el corazón transformando y recreando todo según la voluntad de Dios.
No olviden de preparar en vuestra casa un pequeño y digno altar a María, y dediquen un tiempo de oración, meditar diariamente en familia la Palabra de Dios ante la sagrada imagen de la Virgen.
Finalmente, deseando un bendecido mes de mayo, y con ganas que termine la cuarentena, les encomiendo al amparo de la Virgen de Caacupé Patrona de nuestro Paraguay, que ella interceda por todos y nos ayude a superar cuanto antes esta crisis mundial.
Pbro. Ángel Ramón Collar Noguera (Vicario Pastoral)
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