A LOS SACERDOTES
PÁRROCOS, VICARIOS
Y DIACONOS
Apreciados hermanos sacerdotes y diáconos de esta bendecida diócesis de Ciudad del Este.
De mi estima en el Señor:
Permítanme una palabra como nuevo vicario pastoral de nuestra diócesis. Expreso mi admiración y gratitud a cada uno de Uds. por vuestra incansable y generosa labor apostólica, especialmente en este tiempo del Covid-19. Nos encontramos ante un escenario totalmente inusual, atípico e inesperado que exige respuestas a veces rápidas con suficiente creatividad caracterizada por la comunión entre todos: obispos, sacerdotes, religiosos y fieles, como Iglesia Pueblo de Dios (LG), donde todos tenemos la misma dignidad por el sacerdocio común pero cada uno con sus funciones específicas.
En este tiempo de la cuarentena, veo tantísimas respuestas ante las necesidades y la sed espiritual de los fieles, por ejemplo, las Misas celebradas y transmitidas por Facebook, veo también a muchos sacerdotes y diáconos de nuestra diócesis sirviendo en la sacrificada e incómoda distribución de los kits de alimentos, y la asistencia en las ollas populares. Sin duda Nuestro Dios y Señor nos dirá al final de nuestra travesía por esta tierra “tuve hambre y me diste de comer…” (Mt 25, 35). San Juan de la Cruz decía que “al atardecer seremos juzgados en el amor…”.
Ante el cierre de las puertas de templos y capillas, creo que uno de los mayores desafíos con el que nos enfrentaremos como iglesia local después del coronavirus, no será la falta de fe de los fieles, sino la dificultad económica, en muchas partes estaremos en quiebre administrativo. En este sentido, creo que debemos buscar con fe y esperanza caminos para reorientar el sostenimiento económico de nuestras parroquias y organizaciones pastorales, pensando también en la Curia Diocesana y sus necesidades.
Todos deseamos la pronta normalización de las actividades, en todos los sentidos, pastoralmente y laboralmente; sin embargo, no podemos pecar de ingenuidad y actuar de forma irresponsables descuidando la salud propia y de nuestros fieles pensando que, en este tiempo de pandemia, la única manera de vivir a plenitud nuestra fe es conseguir que se reabran los templos. Santo Tomás de Aquino sostuvo en su Suma Teológica que «la cosa significada por un sacramento se puede obtener antes de recibir este sacramento con solo desearlo». Así es: «con solo desearlo». La gracia es en el fondo Dios mismo que se nos da como don primero, como regalo sin condiciones, abrazándonos desde lo más íntimo de nuestras conciencias, acogiendo nuestros pensamientos y sentimientos, y sanando nuestros miedos y temores.
Ante esta situación invito a todos los sacerdotes a seguir las tareas pastorales con fe, esperanza, solidaridad y responsabilidad, así como ustedes lo vienen realizando, animando a nuestros fieles y a la sociedad en su conjunto a superar todas las secuelas posibles que pueda dejar la cuarentena. Recordemos que, al flexibilizarse la cuarentena, nos expondremos a un riesgo mucho mayor de contagio, por lo tanto, no escatimemos detalles para cuidar y observar los protocolos de salubridad y prevención establecidos por los profesionales médicos y el gobierno, y las orientaciones de los Obispos.
Seguir con fe, las tareas pastorales sobre todo incentivando a nuestras gentes a acompañar todos los acontecimientos desde una profunda experiencia de oración para que la fe siga viva y encendida en el corazón de todos los bautizados.
Acompañar con esperanza siendo hombres esperanzadores que ayudan a nuestro pueblo a mirar adelante con entusiasmo y firmeza, caminando hacia una meta mejor como anticipo de la meta final que es llegar junto a Dios Padre, donde ya no habrá ni hambre ni dolor, ni preocupación alguna.
Actuar y hacer actuar a todos con la solidaridad ante las diversas necesidades que van surgiendo. Ser mediador ante las necesidades espirituales y materiales de nuestras gentes. La solidaridad vivida desde la fe la esperanza y el amor será uno de los pilares para la recuperación de nuestra patria, nuestra nación, y toda la comunidad humana.
Actuemos e incentivemos a otros actuar con responsabilidad, estemos atentos a las indicaciones de nuestros pastores para proceder al unísono testimoniando la comunión eclesial entre sacerdote, obispos e impulsemos a nuestros fieles a seguir las directrices con obediencia y paz espiritual. Todas estas situaciones y detalles forman parte de la vida de la Iglesia, Pueblo de Dios, peregrina en la tierra. Seguimos adelante unidos en oración y la misión.
Invocando a la Santísima Virgen María, Madre de Dios y Madre Nuestra, que nos libere pronto con su intercesión del covid-19, reitero mi gratitud a los sacerdotes de esta diócesis de CDE, a los párrocos y vicarios, por sus esfuerzos y su labor apostólica animándolos a seguir adelante con la gracia de Dios.
Pbro. Lic. Angel Ramón Collar Noguera
Vicario Pastoral
Diócesis de Ciudad del Este, 30 de abril de 2020
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