Impulsar una Iglesia en estado de misión permanente, participativa e incluyente, que anuncie con entusiasmo el testimonio alegre y esperanzado de Jesucristo, revitalizando con el espíritu de comunión al pueblo cristiano; con agentes formados y estructuras fortalecidas que trabajen con una fe firme y madura en todas sus acciones y dimensiones.
Para ello ha de ser:
Misionera:“El discípulo, a medida que conoce y ama a su Señor, experimenta la necesidad de compartir con otros su alegría de ser enviado, de ir al mundo a anunciar a Jesucristo, muerto y resucitado, a hacer realidad el amor y el servicio en la persona de los más necesitados, en una palabra, a construir el Reino de Dios. La misión es inseparable del discipulado, por lo cual no debe entenderse como una etapa posterior a la formación, aunque se la realice de diversas maneras de acuerdo a la propia vocación y al momento de la maduración humana y cristiana en que se encuentre la persona”. (Aparecida, p. 6.2.1 “e”)
Orante: El discípulo debe contribuir a la renovación de las comunidades mediante el encuentro personal con Cristo en la oración y la liturgia. Se ha de descubrir el sentido más hondo de la búsqueda, y se ha de propiciar el encuentro con Cristo que da origen a la iniciación cristiana. (Ibid.)
Sensible: Constituir una Iglesia atenta a los problemas humanosy espirituales y a socorrer al necesitado. Abrir el corazón, con misericordia, ante las necesidades sociales, materiales, morales y espirituales del prójimo.
Anunciadora / Kerigmática: El kerygma no sólo es una etapa, sino el hilo conductor de un proceso que culmina en la madurez del discípulo de Jesucristo. Sin el kerygma, los demás aspectos de este proceso están condenados a la esterilidad, sin corazones verdaderamente convertidos al Señor. Sólo desde el kerygma se da la posibilidad de una iniciación cristiana verdadera. Por eso, la Iglesia ha de tenerlo presente en todas sus acciones. (Ibid.)
Eclesial: construir la comunidad cristiana con hombres y mujeres que aman la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica, formando parte activa y efectiva de la vida, la misión y el compromiso eclesial con la sociedad, buscando responder con el evangelio los desafíos y contrariedades del mundo contemporáneo procurando marcar las pautas a través de los valores del evangelio impresa en el la SS EE, y el magisterio de Iglesia.
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