DOMINGO VI ORDINARIO CICLO A

 “EL AMOR COMO MÁXIMA DE LA MORAL”

Según la revelación, Dios al crear al hombre, los hizo varón y mujer diferenciándolos de todos los demás seres creados. El ser humano posee cualidades exclusivas que ningún otro ser tiene, como por ejemplo la razón, la Voluntad y la Libertad, estas facultades convierte al ser humano en un ser único en el Reino de la creación.

Las tres facultades hacen que los actos –las obras- sean asumidas con responsabilidad:

La Razón ayuda a iluminar la vida y los actos mirando el pasado como algo ya hecho, el presente como realización y el futuro como proyecto hacia donde uno se encamina. La Voluntad es el dinamismo interior, el motor que capacita para moverse hacia la dirección y los objetivos propuestos y la libertad ayuda a unir la razón –mente- y la Voluntad hacia un fin Bueno, es decir, buscar siempre lo que es Bueno para el hombre creado por Dios a Su imagen y semejanza. Estas facultades son pruebas de la dimensión espiritual que tiene el hombre, es decir, el ser humano posee facultades espirituales, inmateriales cuyo origen es fundamentalmente un Dios creador y providente. El conjunto de estas cualidades hace que el hombre actúe de manera libre y responsable. Trataremos de iluminar esta idea antropológica con la Palabra de Dios.

La Liturgia de la Palabra, en el Evangelio (Mt 5,17-37), nos presenta este Domingo un pasaje importante del Sermón de la Montaña, un pasaje que habla del cumplimiento de la Ley. Jesús declara que no ha venido a abolir la Ley o los Profetas, sino a darles cumplimiento, es decir, a llevarlos a una perfección que va más allá de las exigencias de la Ley. De este modo debemos entender, en efecto, ese cumplimiento. La Primera Lectura (Eclo 15,16-21) prepara el Evangelio, porque habla de la observancia de los mandamientos. La Segunda Lectura ((1Cor 2,6-10) no tiene una relación directa con las otras dos, aunque podemos ver en ella una conexión: Pablo habla de la Sabiduría Cristiana en la Primera Carta a los Corintios, y es verdad que la Sabiduría Cristiana tiene también ese aspecto expresado en el discurso de Jesús.

 1- El principio ético de los actos

¿Qué lugar ocupa la ética en nuestra vida? Dado que todos hablan de ética: los empresarios, las autoridades, las instituciones, las familias, etc…, es Bueno hacer una breve reflexión sobre el tema a la Luz de la Palabra de Dios que hoy nos ofrece la Liturgia de la Palabra.

El Pasaje del Eclesiástico manifiesta los dilemas éticos que deben ser resueltos por nuestra Voluntad libre. Allí leemos: “El Señor ha puesto delante de ti fuego y agua; extiende la mano a lo que quieras. Delante del hombre están la muerte y la vida; le será dado lo que él escoja”. Esto es un resumen de lo que son las alternativas o dilemas éticos que se nos presentan en todas las circunstancias: en las relaciones familiares, en la vida profesional, en las actuaciones como ciudadanos, los actos administrativos de las autoridades.

El Texto del Libro del Eclesiástico (Eclo 15, 16-21) atribuye a la libertad una función decisiva; nos dice: “Le será dado lo que él escoja”. La libertad nos hace diferentes a los demás seres de la creación, pues tenemos la posibilidad de escoger. Hay que aclarar que evidentemente, las posibilidades de optar no son ilimitadas ya que toda libertad estará siempre situada y condicionada por varios factores, vivimos insertos en un medio cultural que nos condiciona. Esta cualidad o facultad formidable que es la libertad puede ser aprovechada para construir o para destruir, para levantar o aplastar, para ayudar o perjudicar, puede ponerse al servicio de la vida o de la muerte. De ahí la importancia de formarla. Los niños y los jóvenes deben ser acompañados, y así puedan asumir gradualmente su autonomía. Y los adultos deben dejarse siempre guiar o acompañar por un buen consejero de la vida. Esto nos da la pauta que la libertad hay que formarla fundamentalmente en la familia y en las instituciones educativas dándole la impronta humana y Cristiana de la vida. Es necesario que los niños aprendan que existen límites entre lo bueno y lo malo, lo constructivo y lo destructivo, y la libertad se ejerce buscando el bien, optando por la Vida, la Luz y la Bondad. Es bueno reconocer que la Libertad se puede perder cayendo en la esclavitud de los diversos vicios que ofrecen el mundo. La verdadera Libertad nos ayuda a ser virtuosos, la falsa libertad esclaviza llevando a una vida viciosa.

Nuestra sociedad necesita claridad en unos Valores éticos básicos, comunes a todos los ciudadanos: para niños, adolescentes, jóvenes y adultos, independientemente de su condición socio-económico o de sus creencias religiosas. Este consenso básico es conocido como ética civil o ética ciudadana.

 2- Una Moral de máximos

Lo que planteamos en la primera parte con la idea del principio ético de los actos, es como un primer paso hacia la propuesta que Jesús nos hace en el Evangelio. El Texto de San Mateo, el Evangelio de hoy, nos explica cómo las enseñanzas de Jesús van mucho más allá de las exigencias de una Ética básica y nos proponen una Moral de máximos, en la que el Amor es el principio fundamental. Allí encontramos una visión de conjunto de las implicaciones morales del mensaje del Maestro. El texto tiene dos componentes claramente diferenciados:

Con la expresión “No crean que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud”, el Señor confirma la importancia que tienen los valores básicos para la vida en comunidad. Es imposible la convivencia al margen de un principio básico de moralidad: es necesario un mínimo de reglas comunes para todos, que facilite la convivencia.

Ahora bien, la expresión “he venido a darles plenitud”, nos prepara para una nueva propuesta, con esto abre otra dimensión de la moralidad de los actos que marcará la diferencia. Jesús continua con su discurso del sermón de la montaña: “Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No matarás y el que mate será llevado ante el tribunal. Pero yo les digo…”. Continúa el Texto del Evangelista Mateo: “También han oído ustedes que se dijo a los antiguos: no cometerás adulterio; pero yo les digo…”. Más adelante afirma: “Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No jurarás en falso y le cumplirás al Señor lo que le hayas prometido con juramento. Pero yo les digo…”

La clave está en descubrir que como ciudadanos responsables que vivimos en comunidad, debemos respetar los valores y normas de una Ética civil o ciudadana, actuando, no motivados por el miedo a unas sanciones, sino porque somos conscientes de los valores fundamentales que están en juego, esto es, actuar con conciencia responsable buscando siempre el Bien.

Además de este compromiso ético, como seguidores del Señor, debemos ir más allá de los mínimos de la convivencia. Por eso la Moral del Reino, proclamada por el Maestro, no es conformista; no se contenta simplemente con cumplir lo que establecen las normas y las leyes. Ahí está la fuerza de la expresión “Pero yo les digo”. Es una verdadera invitación a asumir una vida que va progresando en la Santidad.

 Conclusión

“A todos agrada la altura, pero la Humildad es el peldaño para alcanzarla” decía San Agustín de Hipona. Que nuestros actos inspirados en los principios morales que nos propone Jesús -llevar una vida de Santidad- sea expresión humilde de nuestra experiencia de encuentro con Jesús que nos capacita con Su Gracia a Servir con Amor.

El mensaje que nos trae Jesús nos plantea actuar inspirados en unos máximos de solidaridad, de Justicia y de respeto al hermano. Si somos coherentes con esta dinámica propuesta por Jesús, siempre nos estaremos preguntando ¿qué más puedo hacer por mi familia, en favor de los pobres, por mi país, por la obra evangelizadora de la Iglesia?

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