Compartimos la homilía completa de Mons. Guillermo Steckling, correspondiente al 03 de febrero, festividad de San Blas.
Queridos Hermanos y hermanas en la fe:
La misión del laico es: ponerse en camino y anunciar a Cristo
¿Qué nos dice San Blas al final de este largo recorrido?
Somos testigos de una persona, Cristo
San Blas es un mártir, es decir, testigo de sangre.
Y ¿de qué es testigo? No de una idea, un ideal – es testigo de Cristo. Sabía bien lo que dice la primera lectura: estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo (Rm 5).
Al mismo inicio del novenario reflexionamos sobre el encuentro personal con Jesucristo.
Tendremos luchas y tribulaciones
San Pablo dice en la lectura de hoy que nos gloriamos hasta de las mismas tribulaciones, ellas producen constancia, virtud probada, esperanza
Las leyendas sobre San Blas nos cuentan que casí se burlaba de las amenazas:
El gobernador Agrícola trató sin éxito de hacerle renegar de su fe. En la prisión, Blas sanó a algunos prisioneros. Entonces el gobernador mandó matarlo y fue arrojado a un lago. Pero Blas, de pie sobre la superficie, invitó a sus perseguidores a caminar sobre las aguas y así demostrar el poder de los «dioses» en los que creían. Pero todos se ahogaron.
Un seguidor de Cristo no pierde la esperanza y sabe Dios nos apoya
La esperanza no quedará defraudada, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo (Rm 5)
Nuestro evangelio afirma que Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban.
Esto se verifica en la vida de todos los santos, y de San Blas.
¿Qué es nuestro compromiso después de esta fiesta?
Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban… (Mc 16) ¿Algo parecido no podría suceder en nuestros días? ¿Por medio de mi persona, mi familia, mi comunidad de fe?
Nos reunimos hoy cristianos de todas edades, están los jóvenes, los adultos, los ancianos, los niños – a todos ellos se dirige la Palabra de Jesús: Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. (Mt 28)
Sentimos las amenazas – impresiona la reciente amenaza contra Radio Cáritas. Es cosa buena ser prudentes – Jesús lo fue – pero en ciertos momentos se necesitará hablar y enfrentar.
Tenemos males de la garganta clínicos, necesitamos entonces del médico y a veces de un milagro. Existen otros males de la garganta: cuando hablamos mal de otra personas, o cuando resaltamos sólo lo negativo – o nos quedamos mudos cuando habría que defender a un inocente.
San Blas como obispo ha anunciado a Cristo con valentía. No conocemos sus palabras, sólo sabemos de las cosas que hizo: orar mucho, vivir en paz con la naturaleza, socorrer a los enfermos, animar como obispo a los fieles de su diócesis. Esto daba credibilidad a sus palabras. Tal como lo presenta el evangelio de hoy: estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán. (Mc 16)
Sobre todo a los jóvenes les suele arrastrar el ejemplo de los santos, y si esto sucede optarán por una vida diferente, cristiana. No faltarán los vocacionados a fundar una familia y algunos sentirán el llamado a consagrarse como sacerdotes y religiosos o religiosas.
El mensaje de la imagen de San Blas
Nos parece decir: miren esta mi túnica que está teñida de sangre. Y tú ¿qué haces por Cristo?
Tomemos la medida de San Blas: para medir si tenemos las misma fe, esperanza y caridad que este santo, o por lo menos estamos avanzando en el camino.
Rm 5,1-5; Sal 116, 1. 2 (R.: Mc 16, 15); Mc 16, 15-20
Amén
Mons. Guillermo Steckling
Obispo de la Diócesis de Ciudad del Este
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