“Unidad, libertad y caridad”
En este tercer domingo del tiempo ordinario ciclo A, establecido por el Papa Francisco como «Domingo dedicado a la Palabra de Dios», continuamos contemplando el misterio de Cristo salvador, en cuanto a su misión en el mundo que nos trae la luz, al mismo tiempo hace un llamado para seguirle y, a través de Pablo nos induce a vivir en comunión con Él y unidad entre nosotros.
La primera lectura del libro del Profeta Isaías (Is 8, 23b—9,3), presenta a un pueblo desfavorecido, sumido en desgracia pero que se recuperará, gracias a la luz que brilla al final del túnel oscuro de la tragedia sufrida. “el pueblo que caminaba en tinieblas ha visto una gran luz”.
El Salmo 26 canta que el Señor esa la luz que ilumina las tinieblas y la salvación que necesita la humanidad “el Señor es mi luz y mi salvación”.
La segunda lectura de la primera carta de Pablo a los corintios (1Cor 1, 10-14. 16-17), nos exhorta a tener a Cristo como centro de nuestra vida buscando estar en comunión con Él y una profunda unidad entre nosotros; esto se debe a la división que existía entre los bautizados dando alarde y culto a personas en detrimento de la centralidad e importancia de Jesús. “…Yo les exhorto a que se pongan de acuerdo: que no haya divisiones entre ustedes y vivan en perfecta armonía, teniendo la misma manera de pensar y de sentir”.
El evangelio de Mateo (Mt 4, 12-23), “nos habla de los comienzos del ministerio de Jesús, que incluyen ya la vocación de los primeros apóstoles. Esta misión de Jesús corresponde —como dice el evangelista con toda claridad— a una profecía de Isaías en la que se anunciaba el ejercicio de un ministerio en una zona desfavorecida”.
1- Confianza en Dios ante las sorpresas de la vida
No se pude negar que la vida está llena de sorpresas inesperadas, dilemas, cosas imprevistas e incertidumbres que a veces se relaciona con la salud, la economía, el trabajo, la seguridad, la familia, la comunidad, etc. Es una situación que se viene en forma involuntaria como si alguien nos impone de forma arbitraria y de la cual nadie se escapa. Los numerosos contratos de seguros de vida, de casa, de auto, de muebles e inmuebles que pagamos nos ayudan a paliar el impacto de algunos de estos golpes, pero ninguna de ellas nos ofrece una seguridad total. Todo está marcadamente limitado en el tiempo y en el espacio.
Lo cierto y lo concreto es que somos seres totalmente vulnerables e todos los sentidos. Sin embargo la fe, la confianza en Dios en su gracia y su misericordia, nos trae paz, serenidad y sosiego ante los desafíos de la vida: “El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?”
“No podemos interpretar equivocadamente esas palabras del salmista. No es que él haya perdido el sentido de la realidad. No es que niegue los hechos adversos que se presentan en la vida. La confianza gozosa del creyente le permite ver, más allá de la oscuridad en la que puede encontrarse, que Dios es el siempre fiel que nunca nos falla, que jamás nos da la espalda y que nos sostiene con su gracia. En medio de las crisis, sabemos que no vagamos sin rumbo, que no somos simples marionetas cuyos hilos los maneja el Destino. Jesucristo es el camino, la verdad y la vida. Esa es la razón de nuestra confianza gozosa”
2- Llamados a la comunión y la unidad
Jesús al iniciar su ministerio llamó a sus colaboradores, los apóstoles para asociarlos en su amor a Dios a los hombres. Esta misión consiste en llevar la buena noticia de la luz y de la paz a toda la humanidad que vive en las tinieblas de la injusticia y del error. “Jesús comenzó su ministerio proclamando la necesidad de la conversión, “conviértanse porque el Reino de Dios está cerca” y mientras caminaba a orillas del mar de Galilea llamó a cuatro pescadores quienes serán los primeros colaboradores en la misión: Pedro, Andrés, Santiago y Juan. Los llamó para ser pescadores de hombres. Ellos son hombres sencillos, transparentes, con una profunda fe en Dios y respetuosos de las tradiciones religiosas. Les hace una invitación que tendrá una enorme repercusión para el desarrollo futuro de la Iglesia: “Síganme y los haré pescadores de hombres”. Esos hombres sencillos quedaron subyugados por la bondad que irradiaba Jesús y lo siguieron inmediatamente sin hacer más preguntas ni fijar condiciones: “dejándolo todo lo siguieron”.
La segunda lectura nos recuerda que al responder afirmativamente al llamado de Jesús, es necesario estar en comunión con Él viviendo en unidad entre nosotros.
San Pablo al enterarse de las divisiones internas que se vive en la comunidad de Corinto, las cuales son inaceptables, con desazón y dolor, escribe la carta para llamarles la atención: “Me refiero a uno que dice que está con Pablo, otro dice que está con Apolo, otro dice que con Cefas, y otro por fin que él está con Cristo. ¿Pero acaso está Cristo dividido? ¿Acaso fue crucificado Pablo por la salvación de ustedes?”
“La construcción de la Iglesia no es un proyecto humano que se lleva a cabo mediante alianzas políticas, compra de votos o manejo de la opinión pública. Lo único importante es el anuncio de la Palabra de salvación, y en esta tarea los misioneros somos simples instrumentos. Por eso carece de importancia que brille el predicador o el profesor; lo que hay que garantizar es que la Palabra sea transmitida con fidelidad y de manera pedagógica”
Conclusión
San Agustín decía: “En lo esencial unidad, en lo opinable libertad y en todo caridad”. Que la meditación de este domingo nos ayude a estar unidos en Cristo como lo más esencial de nuestra vida testimoniando la vida de fe y conversón. Él es el camino la verdad y la vida, la luz que nos ilumina. Que las cosas secundarias no interfieran nuestra unidad en la comunidad y que vivamos motivados siempre por la profunda y sincera caridad en todo.
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