Domingo XIX. Tiempo Ordinario, Ciclo C

“Dios es nuestra posesión y nosotros somos posesión de Dios”

(San Agustín de Hipona)

Es importante recordar que el ser humano, tiene una compleja red de dimensiones; como premisa mayor podemos resaltar dos aspectos de la que no puede escaparse. El hombre creado a imagen y semejanza de Dios, varón y mujer, es un ser espiritual encarnado, es decir, un ser con dos dimensiones fundamentales: la inmanente, materialcorporal y la espiritual trascendente. Estos dos aspectos están en el ser humano de una manera inherente de la que no puede escaparse y es lo que hace que sea humano y se asemeje al creador. Cuidar y cultivar estos aspectos con equilibrio, llevará a la realización y, a estar una actitud siempre alerta, y preparado para llegar a la vida eterna. Olvidar o descuidar estos aspectos, equivaldría arriesgar la propia vida encaminándose al fracaso de la muerte eterna.

La primera lectura deEl libro de la Sabiduría (Sab 18, 3.6-9)  nos recuerda que los judíos estaban preparados en el momento de su salida de Egipto: “Tu pueblo esperaba ya la salvación de los inocentes y la perdición de los culpables”.

La segunda lectura dey la Carta a los Hebreos (HbrBR 11, 1-2.8-19) nos narran cómo vivieron el pueblo de Israel y sus grandes figuras la confianza en YahvéDios Padre.

El relato del evangelio de sansta Lucas (Lc 12, 32-48) nos transmite una catequesis de Jesús a sus discípulos, que tiene como introducción unas expresiones llenas de afecto: “No temas, rebañito pequeño rebaño mío, porque su Padre tuvo a bien darles parte en su Reino”. A continuación, va explicando, con profundo sentido pedagógico, lo que significa hacer parte del Reino de los cielos y cómo este don de Dios transforma radicalmente nuestra comprensión de la actividad y la realidad humana.

1- La fe es garantía de los bienes que se esperan

La carta a los Hebreos explica con ejemplos que la fe es la garantía de lo que se espera. Dice que Abrahán obedeció el llamado de Dios por la fe, viviendo como extranjeroen la tierra prometida habitando en carpas. Por la fe también Sara recibió el poder de concebir en su edad avanzada. Todos ellos murieron en la fe sin alcanzar ver el cumplimiento de las promesas. Abrahán por la fe fue capaz de presentar a su hijo como ofrenda para Dios.

Así como Abrahán nuestro padre en la fe tiene una confianza inquebrantable en Dios, hoy es necesariotonificar en el ser humano esa misma fe,desarrollando y madurando la dimensión espiritual,acrecentandolos valores que se nos revela a través de  Jesucristo muerto y resucitado.

Estamos en un tiempo de cambio de época cuya tendencia generalizadaconsiste en hacernos creer que la verdad se limita únicamente en aquellas realidades que se puede ver materialmente realizada, ejemplo: se cree más en lo que puede hacer el dinero en materia de salud y bienestar, se pone la confianza en el poder para ejercer la autoridad, o el placer como sinónimo de felicidad. Todos ellos en detrimento de aquellos valores como la sinceridad, la honestidad, la transparencia, el servicio desinteresado, un sano afecto hacia el prójimo, una buena triple relación con Dios, con los demás y con la naturaleza.

La humanidad parece revolcarse limitándoseen lo terrenal y efímero, depositando la confianza en las cosas materiales exclusivamente. Además se quiere hacer creer que todo aquello que se encuadra en la ciencia positiva materialista,forma parte del objeto de la creencia porque eso sí puede verse y palpar. En cambio lo espiritual no se puede ni ver ni palpar como realidad material.

Para la Sagrada Escritura la fe se refiere a aquellas realidades existentes pero que aún está por realizarse en su plenitud, forma parte de la prosecución de la promesa de Dios ya hecha a Abrahán y que fue realizándose a los largo de la historia de la salvación cuya cumplimiento se dio en la persona de Jesucristo y se concluirá definitivamente en su segunda venida para transformar todo lo creado devolviéndole la dignidad perdida por culpa del pecado.El evangelio de san Lucas, nos alienta a la actitud de vigilante ante la posible llegada del ladrón o el retorno del amo de la casa. Lucas nos advierte para estar alerta y siempre listo porque no sabemos el día ni la hora de su llegada, hay que aprender a esperar despierto.

2- La fe es la plena certeza de las realidades que no se ven

Decíamos que el ser humano es un ser espiritual encarnado, es decir, el hombre y la mujer en su estructura básicaes la unión de su cuerpo consu espíritu y cada hombre es un ser único e irrepetible. En otras palabras el hombre tiene facultades físicas y espirituales, las espirituales se manifiestan a travésdela fe en Dios creador y providente que se reveló en la historia de la salvación que está escritaen la Sagrada Escritura y la Tradición, desarrollada en el tiempo por el Magisterio de la Iglesia y que también lo custodia con celo.

Dice la segunda lectura de la carta a los Hebreos: Por su fe, Abrahán, obedeceel llamado de Dios, y sin saber a dónde iba, partió hacia la tierra que había de recibir como herencia. Por la fe, vivió como extranjero en la tierra prometida, en tiendas de campaña”.

Dios le llamó a Abrahán y le pidió que abandone la seguridad,su confort, abandonar lo conocido para promover una peregrinación hacia un destino desconocido. Él no dudó en hacerlo, porque confía absolutamente en Dios. Humanamente hablando, el sendero no es nada claro porque están presentes las incertidumbres de todo tipo, además no hay ninguna respuesta a las preguntas básicos como hacia dónde se dirigía, cuánto tiempo duraría el viaje, qué recursos tendría, qué tipo de obstáculos debería afrontar.Para el que no ha desarrollado la fe en Dios Padre,para el que no tienen una experiencia del Dios vivo y providente, esto es una aventura absurda realizado por un loco anciano;en cambio para Abrahán era un viaje con uncontrato seguro entre Dios y él que cubría todos los riesgos porque el Señor era su garante.

¿Creemos en las realidades que no vemos? La amistad, el amor, la presencia real de Dios en nuestras vidas, la presencia real de Cristo en la Eucaristía, la presencia del Espíritu Santo en los sacramentos, ¿creemos en Dios que nos habla a travésde la Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia?, ¿creemos que Dios creó todas las cosas visible e invisibles?, ¿creemos que Dios perdona los pecados curando las heridas más profundas del espíritu?, ¿creemos en la promesa de la vida eterna y también la posibilidad de la condenación eterna?¿Tenemos la certeza de estas realidades que no se ven con los ojos físicos pero que son reales?¿Creemos en lo que profesamos como nuestro credo?

Conclusión

“Dios es nuestra posesión y nosotros somos posesión de Dios” (San Agustín de Hipona). Creemos que Dios está dentro de cada ser humano y que en la medida en que le permitimos que se apodere de nuestro corazón de nuestro ser, el Espíritu Santo irá iluminando nuestra existencia a la luz de las verdades reveladas a los humildes y sencillos y se esconden para los sabios, orgullosos y autosuficientes.

Estemos alertas y vigilantes y dejémonos seducir por nuestro Padre Dios para atesorar tesoros en el cielo donde el ladrón y la polilla no pueden llegar.