“Señor… dame de esa agua para que no tenga más sed”
La liturgia de la palabra nos presenta este domingo el tema del agua. La antífona de entrada se refiera al agua para asperjar: “derramaré sobre Uds. un agua pura que los purificará”. La primera lectura y el evangelio también hacen referencia al agua.
La primera lectura (Ex 17, 3- 7), nos recuerda que el pueblo judío padecía sed por falta de agua en el desierto. La reacción de los sedientos fue muy violenta con protestas y amenazas. “¿Por qué nos has sacado de Egipto para matarnos de sed a nosotros y a nuestros hijos y al ganado?”. Moisés angustiado recurre implorando a Dios, para resolver el reclamo del pueblo hebreo.
La segunda lectura (Rom 5, 1-2.5-8), nos impulsa a la acción de gracias y a la confianza. Acción de gracias porque vemos como Jesús, apacible y humilde ha llevado a cabo nuestra salvación; confianza, porque, gracias a la pasión de Jesús el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado. Espíritu como el agua viva en el corazón de cada bautizado.
El evangelio (Jn 4, 5- 42), es un extenso relato sobre el encuentro de Jesús con una mujer samaritana junto al pozo de Jacob. Un Jesús cansado por el largo caminar, se sienta junto al pozo, próximo a la ciudad de Sicar, muy cerca de la ciudad de Samaría. Una mujer samaritana viene a sacar agua y Jesús le dice: “Dame de beber”, así empezó el dialogo entre Jesús y esta samaritana donde se presenta una rica profunda catequesis.
1- La importancia del agua viva
Podemos empezar la reflexión diciendo algo sobre la importancia del agua en la vida de la humanidad. “El mundo se ha dado cuenta de la importancia del líquido vital para la vida. En muchos partes del mundo se están dando cuenta de que las reservas del líquido vital empieza a entrar en crisis, con el riesgo de agotarse; en varias ocasiones durante el año, la falta de lluvias generadas por largas sequias demuestran que tienen a menudo consecuencias catastróficas para la agricultura y la ganadería”. El agua como un elemento fundamental, se encuentra verdaderamente en la base de nuestra vida, de nuestra existencia. Se sabe con seguridad que se puede resistir varios días incluso semanas sin comer, pero sin beber agua es imposible preservar la vida por mucho tiempo.
En el evangelio de san Juan se presenta un dialogo entre Jesús y una mujer samaritana junto al pozo de Jacob. Éste encuentro donde la iniciativa viene de Jesús, salta como tema dos clases de agua, una que calma la sed de forma temporal, un corto tiempo, y otra que calma la sed por toda la eternidad porque al beber, se convierte en río de agua viva en el corazón. Los judíos no se llevan bien con los samaritanos al punto de no dirigirse las palabras uno a otro. Esta diferencia tiene su origen en la fusión cultural y religiosa de los samaritanos con los paganos, hecho que se dio durante el tiempo del exilio.
Jesús con una actitud de cercanía y con el corazón apacible y humilde le dice a la samaritana: “Dame de beber”. Establece una relación con una mujer samaritana y, además —como aparecerá a continuación—, con una mujer de conducta poco ejemplar –puede decirse una prostituta-. Porque ya estuvo con cinco hombres, sin embargo ninguno de ellos es esposo. Cuanta necesidad tenía esta mujer de calmar su sed de Dios su sed y ganas de calmar la carencia del afecto, la sed de que los demás le respete en su dignidad como persona y como mujer. Cuántas mujeres en nuestra sociedad sufren innumerables tipos de sed de incomprensiones y violencias: madres solteras, jóvenes violentadas, esclavizadas y explotadas, mujeres discriminadas en los lugares de trabajos con ínfimos salarios. Esta Samaritana que representa a tantas mujeres del mundo buscando saciar su sed pide a Jesús esa agua viva con tal de no volver a buscar satisfacción en esos lugares donde únicamente calma la sed como si fuera un alucinógeno cuyos efectos duran poco tiempo y después la necesidad se vuelve más intensa.
2- La humanidad de Jesús[1]
En el encuentro con esta mujer Samaritana, Jesús manifiesta unos elementos fundamentales para la evangelización, estos elementos nos ayudará a la hora de iniciar un encuentro con una persona o con una colectividad con objetivo de transmitir una mensaje del evangelio.
1º. En primer lugar Jesús actúa con mucha humanidad: su actitud de humildad, simplicidad y cercanía facilita todo dialogo y la apertura del interlocutor, en este caso de la mujer samaritana que sin recelo se prestó al dialogo. «Jesús, que venía cansado de tanto caminar, se sentó sin más en el brocal del pozo. Era cerca del mediodía”. Jesús, que es el Hijo Eterno del Padre, en esta ocasión se ha despojado de los atributos de su divinidad para asumir la condición humana en todo, menos en el pecado. En consecuencia, afronta todas las situaciones humanas: hambre, sed, cansancio, dudas, tentaciones, traición. La humanidad de Jesús nos invita a acercarnos a Él para confiarle nuestras incertidumbres. Y al mismo tiempo nos enseña cómo hay que afrontar el desafío de la evangelización: con humildad, apertura y cercanía. Aquí no cabe la arrogancia, la autosuficiencia, no la imposición.
2º. En segundo lugar es resaltante la importancia del dialogo: Jesús en su ministerio de transmitir el mensaje de su Padre Dios, recurre al dialogo con sus dos dimensiones: escucha y trasmite. Él habla con la gente, escucha sus necesidades, responde sus preguntas, argumenta frente a sus contradictores. El diálogo es un elemento esencial en el anuncio del Reino.
Aprovechemos esta cuaresma para reflexionar con mucha seriedad sobre el lugar que ocupa la conversación en las relaciones familiares y sociales. Estos dos verbos, expresar y escuchar, son esenciales para la vida en sociedad. Revisemos con preocupación el mal de las adicciones que generan los teléfonos inteligentes y a las tabletas. Las familias y los amigos cada vez hablan menos ya no dialogan, en los encuentros cada uno se sumergen en las redes sociales, ignorando al que tiene a su lado. Este diálogo entre Jesús y la samaritana nos ayuda a redescubrir el tesoro de la comunicación, amenazado por la intromisión de la tecnología que rompe los encuentros personales.
3º. El tercer lugar el pasaje del encuentro entre Jesús y la Samaritana ilustra una total libertad frente a los prejuicios religiosos y sociales de su época. Jesús sin hacer distinción de personas habla con todos, recibe a todos, y comparte con todos. Los judíos despreciaban a los samaritanos, a quienes miraban con desprecio. Por eso la mujer se sorprende cuando Jesús le dirige la palabra: “¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?”. Esta es una lección espectacular que nos da Jesús. Son inaceptables los muros que pretenden separar a los seres humanos por motivos políticos, sociales, raciales, religiosos. Hay que oponerse a todas las formas de discriminación.
Conclusión
Que la reflexión de este tercer domingo de cuaresma, que tienen como elemento común el agua y la sed experimentada por el pueblo elegido en el desierto y por Jesús, nos iluminen para buscar y encontrar el verdadero agua de la vida que calma de verdad todo tipo de sed y al mismo tiempo nos conviertan en atentos oyentes del Señor, que quiere entablar u dialogo con nosotros sobre las inquietudes más profundas y significativas de nuestra vida.
[1] El esquema de esta reflexión corresponde al Rvdo. P. Jorge Humberto Peláez S.J. se encuentra en: http://homiletica.org/PDF18/aahomiletica040453.pdf .